por Jorge Mújica Murias
México del Norte
La nueva meta de deportaciones del régimen de Barack Obama para este año es de 500 mil. Medio millón de deportaciones a completar de aquí al 31 de octubre. Significaría volver a romper el récord mundial de deportaciones, ya roto el año pasado con 395 mil, y significaría unas mil 370 personas cada día. Eso no es fácil, porque echándole más números, los jueces de inmigración le han estado negado a La Migra una de cada tres solicitudes de deportación, lo que significa que hay que detener por lo menos a 670 mil personas si quieren cumplir con su meta, unas mil 835 personas por día.
A la mejor por eso se están aventando puntadas como la deportación de Emily Samantha Ruiz, una pequeña de 4 años que iba rumbo a Nueva York a reunirse con sus papás y terminó en Guatemala. No fue falla del piloto, sino que el avión hizo escala en Washington, D.C., y ahí La Migra tuvo a bien echarlos pa’ tras a ella y a su abuelo. El abuelo viajaba, legalmente, con una visa de trabajo que le permite ir y venir con libertad desde su natal Guatemala, pero con eso de que el gobierno de Obama considera que cualquier inmigrante es un criminal peligroso a menos que demuestre lo contrario, le checaron el expediente y descubrieron que, efectivamente, era un peligrosísimo criminal: tenía en su expediente una “infracción de inmigración” del año 1990. Los cables que traen la información no aclaran el nivel de la infracción, pero normalmente las autoridades se refieren a “una infracción” cuando alguien no hizo o no terminó algún trámite legal relativo a la inmigración.
El caso es que Emily Samantha no llegó en el avión a Nueva York, y lo que llegó fue un mensaje a sus papás de parte de la Patrulla Fronteriza: “Emily puede ser enviada a un centro juvenil en el estado de Virginia mientras alguna pareja la quiere adoptar, o devuelta a Guatemala con su abuelo, ¿qué prefi eren?”. Con tan brillantes opciones, los padres prefirieron que se fuera a Guatemala. La Migra defi ende el caso diciendo que “hacen el esfuerzo de reunir a los menores con sus padres, pero los padres optaron por enviarla con el abuelo”. A todo esto, sucede que Emily Samantha es ciudadana de Estados Unidos…
Deportado o Ciudadano
El caso contrario, de todo a todo, en edad, geografía y país de origen, es el de Leeland Davidson, residente de Centralia, estado de Washington, veterano de la Segunda Guerra Mundial y de 95 años de edad, que por aquello de que no se le vaya a hacer tarde, decidió sacar una licencia de manejo, y se la negaron. Terco como toda persona de 95 años merece y tiene todo el derecho de ser, Leeland preguntó por qué, y la respuesta resultó bastante asombrosa. No es ciudadano de Estados Unidos.
Pa’ rematar, es un “illegal alien” porque ni siquiera tiene la residencia legal. Resulta que Leeland nació en British Columbia, Canadá, en 1916, y siempre pensó que era estadounidense porque sus papás si eran del lado sur de la frontera canadiense. Como todo en esta vida, sucede además que su `apa nació en Iowa en 1878, pero el estado no empezó su registro civil hasta 1880, así que no hay documento que pruebe lo que dice este extranjero ilegal.
La única vez que tuvo sospechas de algo raro fue cuando se unió la Marina gringa, al calor de la Segunda Guerra Mundial, pero las autoridades del entonces Departamento del Trabajo, Inmigración y Servicios de Naturalización le dijeron que no había bronca, que no dijera nada y se acabó.
Cuando pidió su licencia para viajar a Canadá le dijeron amablemente que mejor no le moviera, porque podía perder su pensión del Seguro Social y en las oficinas de la Secretaria de Estado le dijeron que a la mejor hasta acaba deportado. Pero como Leeland no tiene 4 años ni sus papás son de Guatemala, ha revuelto cielo, tierra y mar, y se fue a la ofi cina de su senadora, Patty Murray, y cuando la funcionaria prometió resolver el problema. Hasta ahorita, la “resolución” ha sido entregarle una solicitud para que pida la ciudadanía, y avisarle que como es veterano de guerra, no le costará nada.
Para que las cosas fuera parejas, una de dos. O deportan a Leeland a su nativo Canadá, o regresan a Emily Samantha a Estados Unidos. O de tres. Podrían poner a Leeland en adopción, y Guatemala podría deportar a Emily Samantha de regreso a Estados Unidos.
O de cuatro. Podrían arreglar la estúpida y absurda ley de inmigración que no sirve para nada, y ninguno de los dos absurdos anteriores volvería a repetirse. mexicodelnorte@yahoo. c o m . m x