by Herman Sillas
Por fin encontré el puesto de trabajo en el gobierno que estaría dispuesto a aceptar.
Washington, D.C., sigue tratando de decidir qué título ponerle a la posición, pero eso no tiene importancia. Yo lo acepto cual sea el nombre que le den. Con el puesto llegan 7 mil millones de dólares para reparar nuestra economía. Lo mejor de todo es que no hay que rendirle cuentas a nadie. ¡Eso sí que es para mí!
Y esto, ¿cómo ocurrió? Los expertos en cuestiones de finanzas dicen que debemos dar este paso tan poco usual y de inmediato, sino la gente lo va a perder todo.
Anteriormente, cuando los grandes jefes de las corporaciones se llevaban millones en bonificaciones, los mismos expertos decían que los jefes tenían el derecho de llevarse el dineral. Olvidemos a los miles de empleados que a la vez perdían su trabajo. Ahora los jefes ejecutivos de corporaciones y otros que se han quedado con tembleques instituciones financieras quieren que los que pagamos impuestos les demos el rescate.
sabor jalapeño. A la tía Lupe le daré el dinero que necesita para manufacturar sus tamalesA mí que me den el puesto. El primer día, mi esposa y cada uno de mis hijos recibirán 10 millones de dólares, lo quieran o no. Total, son sólo sesenta millones y me quita la ansiedad de velar por su bienestar. Ahora puedo dedicarme a mi trabajo.
Después, ayudaré a mis amigos y parientes al saldarles la hipoteca y lo que deben en las tarjetas de crédito. Al tío Louie le daré el dinero que requiere para hacer y distribuir su helado tamaño doble de un pie de largo. Después tengo a mis nietos que quieren ser estrellas de rock. Les lanzaré las carreras. Hasta el momento no tengo costos administrativos. Verás, a esta gente la conozco. No se necesita crear trámites para atestar los archivos de la burocracia.
A continuación, contrataré a personas, con o sin documentos, para construir una malla a lo largo de nuestras fronteras y para proteger nuestros aeropuertos para que los jefes de corporaciones que se llevaron nuestro dinero no puedan irse de aquí. El próximo paso sería contratar a más alguaciles estadounidenses para localizar a los jefes de corporaciones que se están escondiendo y ocultando los bienes. De allí reuniría a todos los reguladores en Washington que no regularon nada. Ahora se entiende lo general de mi plan. Capturar a los malos y que devuelvan el dinero. Si no lo devuelven, entonces pagaré unos 100 millones de dólares para construir un enorme campamento en Alaska para los jefes de corporaciones y los reguladores. Allí jugarían al Monopolio entre ellos el resto de sus vidas.
Mi siguiente paso será abordar el tema de la inmigración. Cada persona indocumentada que se presente y prometa no regresar ilegalmente recibirá un millón de dólares de los EE.UU. al volver a su país después de ser fotografi ado y que le hayan tomado las huellas digitales aquí. Con eso deberían librarse 12 millones de trabajos estadounidenses. ¡Uy! Quiero decir, veinte y cuatro millones de trabajos, ya que la mayor parte de las personas indocumentadas tenían dos empleos. Reemplazándolos con los asesores en finanzas desempleados apuntalará la fuerza laboral apocada que quede en los restaurantes, lava-autos, jardines de infantes, empresas de mantenimiento y granjas.
Mientras tanto, establecería una red nacional de escuelas para enseñar la nueva filosofía económica y desarrollar una nueva cultura. Todos estarán obligados a asistir a las clases. Se prohibiría el prestar y hacer préstamos comerciales. Es cierto que te podrías prestar dinero del compadre. Si lo queman, por lo menos todo queda en familia. Las nuevas escuelas enseñarían la paciencia. ¿Quieres comprar un nuevo carro? Sé paciente. Ahorra tu dinero hasta tener suficiente en efectivo para pagarlo. ¿Cómo sabrás si el carro seguirá allí? Se permitirán los planes de pagar en cuotas. Cuando hayas pagado el precio en total, te puedes ir con tu nuevo carro.
Después de todo esto me quedarían 700 mil millones de dólares porque no lo habría colocado en Wall Street.
Esos de allí se merecen lo que les viene. Nos instaron a prestarnos dinero para tener satisfacción instantánea. Se apoderó nuestra avaricia y después la de ellos y todos nos enteramos que la avaricia es mala maña.
Con los 700 mil millones restantes, tomaría un avión programado a volar sobre los estados, uno por uno. Del avión yo echaría los dólares. Todos ustedes tendrían una oportunidad por igual de conseguírselos. Es una mejor apuesta que cualquier otra que tendrían si el rescate de 700 mil millones se va para Wall Street. Hispanic Link.
(Herman Sillas es abogado en Los Ángeles). © 2008