por Raúl Reyes
La primera vez que conocí a Rick Sánchez, yo era comentarista invitado a su programa de CNN. Durante una pausa comercial, entré al escenario, jugando con el broche del micrófono mientras intentaba recordar algunos puntos clave de discusión. Sentado en la mesa del locutor principal, Sánchez alzó la mirada de sus notas y sonrió alegremente. “¡Raulito!” exclamó. Se paró de un salto y me dio un gran abrazo. Era guapo, amistoso y un poco exagerado. Era, pensé, perfecto para las noticias por cable.Después de eso, cada vez que iba al programa de Sánchez,disfrutaba conversandocon él. Una vez mencionó queno se sentía apreciado por susjefes. “No me entienden”, medijo en español. Yo simplementemeneé la cabeza,preguntándome cómo podíaél tener problemas con loque parecía ser un empleo deensueño.
Ese empleo de ensueñoya no existe. La semanapasada CNN echó a Sánchez,un día después que hicieracomentarios anti semitas enuna entrevista radial por satélite.Dijo que el locutor delDaily Show, Jon Stewart, era“intolerante”, para entoncesdecir que era “perjudicial”.
Después de mencionar eljudaísmo del Sr. Stewart,dijo, “Todos los gerentes deCNN se parecen mucho aStewart…Y muchos de losque manejan todas las demásredes se parecen mucho a Stewart”.Son indefensibles loscomentarios de Sánchez. Detodas formas, no merecía serechado de la red.
Consideremos la historiaque tiene CNN con tolerarlas perspectivas chifladas desu talento locutor. Duranteaños, se permitió que Lou Dobbs denostara contra losinmigrantes indocumentados, llamándolos “invasores”. Difundió mentiras abiertas sobre la lepra y los inmigrantes, respaldó a los “birthers” (que alegan que el presidente Obama no nació en EE.UU.) y advirtió de la venidera “reconquista” de los Estados Unidos por México.
Después que una coalición de grupos de defensa de lo hispano lanzó una campaña, “Dump Dobbs” (Saquen a Dobbs), CNN le compró el contrato por lo que se reporta fueron $8 millones. Luego tenemos a Glenn Beck, previamente con CNN Headline News. En noviembre del 2006, le dijo a Keith Ellison, el primer musulmán electo a la Cámara de Representantes: “He estado nervioso por esta entrevista con usted, porque lo que tengo ganas de decir es, ‘Caballero, compruebe para mí que no está usted colaborando con nuestros enemigos”. ¿Despidieron a Beck por insultar a un congresista a la cara? No. ¿Se disculpó por no respetar a un ejemplo para los musulmanes en los Estados Unidos? No. Dos años más tarde dejó CNN por cuenta propia.
En marzo, CNN anunció que Erick Erickson, de RedState.com, se uniría al “nombre de mayor confianza en las noticias”. Según el sitio observador de los medios, Media Matters for America, se conoce a Erickson por sus “comentarios violentos, incendiarios, sexistas, y de carga racial”. Ha dicho que Michelle Obama es una “arpía marxista” y se refirió al magistrado del Tribunal Supremo, David Souter, como un “pederasta que tira con cabras”. En abril, por su programa radial, amenazó con “sacar el rifle de mi esposa”, si le tocaba la puerta un trabajador del Censo. Por ende, a todas estas perspectivas extremistas le dan la vista gorda, ¿pero a Sánchez lo despiden sin más? Me parece que aquí hay una situación de normas inconsistentes. Si es que CNN pretende tener una política de no aceptar la intolerancia ni el discurso de odio, muy bien. Sin embargo, parece que se aplicaba selectivamente a cuestas de uno de los hispanos más visibles de la televisión.
Como locutor de “Rick’s List”, con frecuencia Sánchez realzaba temas de interés latino, y estaba dispuesto a conversar con personas de perspectivas duras en cuanto a la inmigración, como el sheriff Joe Arpaio y Russell Pearce, autor de la ley SB1070. No hay nada que justifique los comentarios de Sánchez. Pero son como un virus el racismo y el anti Laksemitismo. Hay que someterlos constantemente al escrutinio, para poder ver lo feos y lo poderosos que son. El ahuyentar a Sánchez no logra nada. CNN lo debió haber suspendido, o hecho que se disculpara ante las cámaras. Sánchez, un hombre que ha sido filmado recibiendo la punza del táser y encerrado en un carro sumergido, se habría puesto a la altura del desafío.
Me siento mal por Sánchez. Tenía tanto y lo perdió todo en una perorata irreflexiva. Tal vez algún día comprenda que Stewart, como él, de hecho ha tenido que enfrentarse a luchas contra la discriminación y para ser aceptado. Como prueba de esto, no tiene que mirar más allá de sus nombres de nacimiento, los cuales ambos cambiaron para poder lograrse. Ricardo León de Reinaldo, te presento a Jonathan Stuart Leibowitz. Hispanic Link.