por Edward J. McElroy
Como ex-maestro de ciencias sociales, me quedo atónito con la forma en que la historia de una nación se repite y cómo tantos de nosotros no logramos reconocerlo. Veamos a los Estados Unidos a comienzos del siglo XX. Fue entonces que nuestro país pasó por uno de sus mayores influjos de personas recién llegadas. A nuestras orillas llegaron oleadas de inmigrantes. Pronto, muchos de los muchachos matriculados en nuestras escuelas públicas provenían de lugares tan distantes como Italia, Polonia y Rusia.
Mediante todo, las escuelas públicas estadounidenses se hicieron al reto de servir a diversos cuerpos estudiantiles.
Es más, gracias a ello, nuestra nación prosperó y se hizo más fuerte.
Adelantemos las manos del reloj cien años. De nuevo se pide a nuestras escuelas públicas que se hagan a los retos que atañe una población diversa y de rápida expansión. Es verdad que la mayoría de los estudiantes de las escuelas públipúblicas hoy ha nacido en los EE.UU., sin embargo un número creciente cuenta con raíces familiares en América Latina – en países como México, la República Dominicana y El Salvador – y en otros más.
Con el ritmo de avance tecnológico y las realidades de una sociedad dinámica, las necesidades de estos estudiantes son tan urgentes como las de sus contrapartes de comienzos del siglo XX. Debe seguir siendo de primera prioridad el atender a aquellas necesidades.
Hemos recorrido ya este camino, y supimos ponernos a la altura de las circunstancias. De nuevo debemos hacer lo mismo.
Hace treinta años, los estudiantes latinos eran un porcentaje relativamente modesto de los años de preparación escolar de este país. Para el 2005, uno de cada cinco estudiantes de nuestras escuelas públicas era latino. Para el 2025, se anticipa los latinos serán un cuarto de nuestra población de edad escolar. Estas son cifras de inmensa importancia, las cuales auguran no sólo nuevos retos, sino también, así como a comienzos del pasado siglo, nuevas oportunidades para el mañana.
Pese a algunas indicaciones de progreso académico, los indicadores de educación para los estudiantes latinos continúan sin avanzar lo esperado. Los latinos tienen índices menores de logro académico y algunos de los niveles más bajos de matrícula universitaria y realización pos-secundaria.
También tienen algunos de los indicadores de deserción escolar mayores de la nación.
Lo más notable es que estas estadísticas no han cambiado en nada durante los últimos 30 años. Sin considerables mejoras e inversiones bien ponderadas, demasiados de nuestros estudiantes latinos no tendrán la preparación adecuada a poder participar de lleno en nuestra democracia ni en la economía global y tecnológicamente avanzada del siglo XXI.
Tenemos que mejorar los resultados académicos para estos estudiantes con dirigir el acceso a programas bien diseñados que cubran la gama – desde la infancia hasta la educación universitaria.
También tenemos que promover información con base en la investigación sobre la instrucción eficaz para poblaciones de estudiantes lingüística y culturalmente diversas y efectuar programas de desarrollo profesional más efectivos para los maestros y el personal escolar que trabajan con estos estudiantes. Recursos de alta calidad (como ColorinColorado.org, un sitio web gratuito que desarrollaron la federación americana de maestros, (AFT por sus siglas en inglés) y la filial de la estación pública de televisión, WETA) pueden ayudar a dirigir atención a la instrucción eficaz, a alcanzar más padres y participantes comunitarios, y servir a los estudiantes latinos que están aprendiendo inglés.
Además, debemos promover la educación para adultos y programas innovadores de participación de los padres que tengan enfoque en la colaboración con los maestros y el personal de las escuelas.
Para ser de servicio a los estudiantes latinos a todos los niveles, debemos también fortalecer iniciativas dirigidas a la prevención de la deserción escolar y la participación en pandillas, a la vez que trabajamos con los padres de familia y en mejorar la asistencia de los estudiantes a la escuela. Las escuelas en zonas de alta pobreza deben contar con más consejeros universitarios y recibir más información sobre la educación superior, la ayuda financiera y otras opciones para más allá de la secundaria.
Por último, debemos aumentar el apoyo a legislación federal y estatal (como por ejemplo la ley 2DREAM) que permite que los estudiantes indocumentados asistan a la universidad.
Nuestra economía, nuestra infraestructura y nuestra democracia – el éxito continuado de nuestra nación en total – depende del sistema educativo público que sirve a la mayoría de los estudiantes en los Estados Unidos. Los estudiantes latinos, y los profesionales de la educación a su servicio, son una gran parte de aquel sistema. No prosperará nuestro país sin la participación activa de cada uno de los segmentos de nuestra sociedad.
De hecho la formación de un mañana mejor no será fácil. No obstante, si trabajamos juntos, podemos hacer posible el éxito para cada estudiante. Lo que es más, podemos traer mayor prosperidad a nuestra nación. Ya lo hemos hecho.
[El autor es presidente de la American Federation of Teachers (AFT). Comuníquese con él mediante jzapata@aft.org. La AFT representa a 1.4 millones de maestros de pre-kinder hasta el grado doce; paraprofesionales y otro personal con relación a las escuelas; profesores de educación universitaria y personal profesional; enfermeras y trabadores en el sector de la salud; y empleados de gobiernos federal, estatales y locales]. © 2007