por Robert Heuer
El pasado abril, los latinos no conformaron parte de la conversación cuando el béisbol celebró el 60o aniversario del debut de Jackie Robinson en las grandes ligas. Pero ha salido un libro que demuestra que los latinos jugaron un papel indispensable en el triunfo sobre el prejuicio del hombre negro.
En el libro, titulado “Playing America’s Game: Baseball, Latinos and the Color Line”, Adrian Burgos Jr. Muestra por qué es erróneo tratar a la integración como una interacción sólo entre personas blancas y negras. Lo mismo va para la sabiduría convencional que dice que el béisbol cambió repentinamente en el 1947, cuando el nieto de apareceros de Georgia, se sumó al campo para los Dodgers de Brooklyn.
En realidad, una colaboración entre blancos, negros y latinos fomentó la integración durante un largo periodo de tiempo antes y después de 1947. Las semillas del cambio se habían sembrado a fines del siglo XIX en lo que un circuito transnacional se formó, uniendo a Nueva York, San Francisco y Chicago con La Habana, San Juan y Santo Domingo.
Los blancos y los negros jugaron los unos contra los otros en Latinoamérica durante las muchas décadas en las que tales intercambios se prohibían en tierra estadounidense. Dos generaciones de jugadores de habla española de las grandes ligas “probaron los límites de la intolerancia racial” durante los 40 años precedentes a Robinson. Numerosos “pioneros de la integración” negros y latinos soportaron el abuso racial durante muchos años antes que se ganara por completo la batalla por la igualdad.
Se ha aludido a estos temas anteriormente, pero nunca como lo hace el tema de un libro. Burgos – profesor de historia de los latinos en los EE.UU. en la Universidad de Ilinois – es el primero historiador del béisbol en narrar la historia de la integración en su verdadera dimensión multicultural.
El profesor, puertorriqueño nacido en Nueva York, se interesó en escribir una disertación de doctorado sobre el tema hace unos 15 años cuando era estudiante graduado en la Universidad de Michigan. Lo que le convenció fue una conversación con un vendedor de camisetas en la primera conferencia de la liga negra de la Society of American Baseball Researchers (SABR) en 1995.
Los miembros de SABR son acérrimos hinchas con una seria tendencia analítica. Después de escuchar a varias presentaciones, Burgos se acercó a la zona del mercado. Al considerar una camiseta con los lemas de los equipos de la liga negra, preguntó por qué faltaban los Cubanos de Nueva York. El vendedor, africano-americano, le contestó que el equipo no era importante.
Los Cubanos ganaron la serie mundial negra de 1947. Y, como había empezado a descubrir Burgos, fue el primer equipo en hacer uso máximo de los latinos, cuyo color de piel les prohibía entrar en las ligas mayores.
“La verdad es exactamente lo opuesto a lo que este vendedor decía”, recuerda Burgos. “Los Cubanos de Nueva York son, en realidad, uno de los equipos más importantes de la liga negra. Comencé a preguntarme cuál era el criterio con el que recordamos a las ligas negras”.
Su pregunta se desplegó en lo que el Salón de la Fama del Béisbol también investigaba las ligas negras. Los funcionarios del museo de Cooperstown nombraron a Burgos a un comité establecido para determinar si esta nueva información probaría que individuos anteriormente pasados por alto tendrían que calificar para una placa entre los inmortales del juego.
En el 2006, el comité consideró una lista de 39 personas, y votó a favor de 17. Entre los nuevos miembros estaban cubanos de los albores del siglo XX como José de la Caridad Méndez, y Cristóbal Torriente, así como propietario de los cubanos de Nueva York, Alex Pompez.
Burgos no logró persuadir a sus compañeros del comité a admitir a Orestes “Minnie” Minoso. Dijeron que su cargo era considerar el rendimiento de los jugadores de las ligas negras. La carrera de Minoso empezó en la liga negra, pero su mayor éxito se dio cuando jugaba en las grandes ligas.
Minoso fue dos veces un todo-estrella durante tres temporadas en la liga negra, y se convirtió en el primer “latino negro” de las grandes ligas cuando se unió a los Cleveland Indians en 1949. El paso lento de la integración lo dejó dilatándose en las ligas menores. Después de casi ganar el premio Rookie of the Year en 1951, Minoso fue siete veces un todo-estrella y uno de los jugadores más populares de la historia de los Chicago White Sox.
Burgos se quedó in- crédulo esta primavera cuando leyó After Jackie – un nuevo libro sobre la integración – que no reconoce a Minoso, nacido en Cuba, como el primer “negro” de las grandes ligas de un equipo de Chicago. Burgos continúa abogando por el anciano Minoso con un artículo próximo a salir en una publicación de los White Sox. El título será “Pioneering Latino Still Awaits Call to Cooperstown”.
La falta de comprensión de la importancia histórica de Minoso es uno de miles ejemplos que encuentra Burgos que muestra cómo los medios del béisbol tratan a los latinos como “extranjeros perpetuos” con “sólo una historia reciente en el juego”. Su libro, Playing America’s Game, provee una narrativa autoritaria sobre el fracaso de béisbol con aceptar las raíces de su futuro multicultural.
No es necesario leer las 44 páginas de notas al píe de la página para saber que Burgos ha destapado algo importante. En junio, la revista por internet Black Athlete Sports Network nombre libro del mes a Playing America’s Game. Vicepresidente de los San Diego Padres, Dave Winfi eld, invitó recientemente a Burgos a dar un discurso durante un almuerzo para realzar la conexión latino/africano americano de la liga negra.
Winfi eld, miembro del Salón de la Fama y autor de una crítica de reciente publicación, Dropping the Ball, había subrayado muchas partes del libro de Burgos, quien recuerda, “Me dijo que el libro iluminaba una historia de lucha en común que rara vez se discute”.
(Robert Heuer, de Evanston, Illinois, ha escrito sobre los latinos del béisbol para Hispanic Link News Service desde 1983. Comuníquese con él a rjheuer@comcast.net). © 2007