lunes, diciembre 23, 2024
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La investigación del control mental y la libertad

por Jon Rappoport
www.nomorefakenews.com

Hay una marca de control mental que es un poco mayor que la tortura.

En otras palabras, infligiendo la coacción, la coerción, las amenazas, causando dolor y desorientación, un experto puede hacer que una víctima diga y haga muchas cosas. Eso no es un secreto. Hay obviamente drogas y técnicas de hipnosis que pueden ablandar a una persona y/o ponerla en un estado de tremenda confusión, en el que es maleable. Y las microondas crean dolor.

Uno de los más destacados lunáticos practicantes de la tortura era el mundialmente famoso psiquiatra canadiense Ewen Cameron, quien realizó experimentos con pacientes involuntarios en los años cincuenta. Parcialmente financiado por un frente de la CIA, el método de Cameron fue llamado “manejo psíquico”.

Después de horrendos shocks eléctricos, a los pacientes se les administraban drogas muy pesadas que los sumían en un sueño prolongado que duraba varios días. Posteriormente, Cameron los sometía a grabaciones de audio que él mismo elaboraba, en las que repetía la misma frase miles de veces, para producirles “nuevas personalidades”.

Esto constituye una coerción asesina. No cabe duda al respecto.

Un pleito legal de 2012 emprendido por los grupos veteranos contra la CIA y DOD refiere los métodos de Cameron. La demanda afirma que dos investigadores, los doctores Louis West y José Delgado, quienes trabajaban en el subproyecto 95 de MIKULTRA de la CIA, utilizaron dos protocolos: implantes de cerebro (“receptores de estímulos”) y RHIC-EDOM para programar la mente de sus víctimas. RHIC-EDOM significa Control Intracerebral Hipnótico Radial-Disolución Electrónica de la Memoria.

Traducción: enterrar la memoria, e insertar nueva información. Pero aquí otra vez la primera fase, enterrar la memoria, requiere de la fuerza. La fuerza de someter al cerebro a descargas electromagnéticas masivas.

Entre otros métodos posteriores más sofisticados se encuentra la utilización de circuitos, durante los cuales las ondas cerebrales de la persona se retroalimentan, junto con sugestiones.

Pero cada uno tenemos nuestros propios grados de conciencia sobre nuestros pensamientos y sentimientos.

No existe ningún sistema que haga a una persona creer que un pensamiento plantado en su cerebro es su propio pensamiento.

Hay también otra cuestión. No porque ciertas ondas del cerebro que ocurren naturalmente puedan ser interpretadas y grabadas, esto no significa que retroalimentar dichas ondas va a producir una “recepción perfecta” y la integración de cualquier persona.

La tercera cuestión podría ser enorme, dependiendo de la persona. Si bien en su forma básica no es un producto esencialmente cerebral. El cerebro REFLEJA el pensamiento que es creado por la persona en el espacio inmaterial.

La gente que es consciente de esto no se deja engañar por las ondas cerebrales a las que son alimentados a través de sugestiones.

Como he escrito antes, la obsesión con el cerebro está fuera de lugar. Si este órgano es visto como la fuente de todo pensamiento, entonces no hay tal cosa como la libertad. ¿Por qué? Porque el cerebro, como cualquier objeto material, está constituido por diminutas partículas u ondas que se mueven según las leyes de la física –en cuyo caso el cerebro es sólo “otro objeto” donde se agregan, se mezclan y se unen las partículas—.

No hay absolutamente nada inherente en las partículas subatómicas que conduzca a una noción de libre voluntad.

La existencia de la libertad (elección) implica directamente la existencia de un espacio inmaterial. Y de un individuo inmaterial que está habitando una forma física.

El control mental es más exitoso cuando se inflige a personas que YA tienen problemas para establecer la distinción entre lo que piensan y lo que creen, y lo que las otras personas de alrededor piensan y creen.

La investigación actual sobre el registro y las fotografías de la actividad cerebral en tiempo real es propensa a centrarse en dos principales objetivos: las personas que abrazan con fuerza sus creencias individuales y aquellos que son intensamente creativos.

La finalidad aquí es introducir nueva actividad cerebral que va a erosionar acumulativamente “la determinación de creer” y el compromiso de crear.

¿Por qué? Porque constituyen distintas amenazas a un statu quo controlado.

Estas directrices de la investigación corren paralelas a una campaña social de propaganda para eliminar el concepto de “fuerza de voluntad”. La frase ha caído en desuso, la mayoría de la gente la ve como una noción negativa carente de significado.

¿Qué hay en su lugar?

El determinismo genético. El DNA gobierna todo. La persona es lo que es debido a sus genes, y ése es el principio y el fin de la historia. No importa el factor de que la investigación bajo estos lineamientos se ha vuelto limitada para explicar el comportamiento humano.

Es el mito propagado de la “ciencia”. Y es promovido por su impacto social: “no puedes cambiar lo que eres”.

Siempre ha sido cierto, desde el origen de los tiempos, que una persona puede forzar a otra persona para que realice ciertas acciones. Eso no es un misterio.

Hoy en día, con la utilización –se dice– de armas acústicas y otras formas de difusión de perturbación de ondas, los criminales pueden enfermar a las personas, hacerles sentir dolor, miedo o fatiga, pero en realidad esto está en el nivel de “puñetazo” electromagnético a la cabeza.

¿Es peligroso? Por supuesto.

Pero también lo es una conmoción cerebral, un fuerte golpe en el estómago o una bala en una pierna.

La gente de la CIA, el Pentágono, DARPA y otras agencias, que están tratando de cambiar el pensamiento y la conducta, son aún más locos de lo que aparentan. Consideran que el pensamiento es producto del cerebro y que pueden cambiar el Pensamiento A por el Pensamiento B con sólo mover un switch. Tienen muchas sorpresas almacenadas.

El principal problema de la humanidad, el control mental vis-a-vis, es el gran número de personas que son sólo vagamente conscientes de lo que están pensando o sintiendo. Pueden ser manipulados con relativa facilidad. Pero eso no es ninguna sorpresa.

Tampoco lo es que los miembros de un culto hagan algo horrendo a los otros o a sí mismos. Son sometidos todos los días al condicionamiento social. Han hecho su compra. Han jurado obediencia a un líder. Se necesita relativamente poco para empujarlos al borde.

Los antidepresivos SSRI (Prozac, Paxil, Zoloft, etc.) son en sí mismos una forma de control mental. Provocan, en algunas personas, suicidios u homicidios. Pero éste no es el proceso preciso de quitar un pensamiento y poner otro. Es la creación de una lluvia cerebral al por mayor, en la que los neurotransmisores se estropean y revuelven el cerebro y el sistema nervioso.

La persona está siendo literalmente torturada, y responde con violencia. La cuestión de fondo de estos métodos atroces es la libertad del individuo.

Libertad de pensar sus pensamientos, de actuar con base en sus metas elegidas. Los defensores e investigadores del control mental niegan que esa libertad exista. Para ellos, es sólo cuestión de remplazar una pieza del equipo por aquella otra que piensan que son los humanos: máquinas biológicas. Es el juego final del materialismo filosófico.

Velo. Conócelo . Entiénde lo. John Rapoport es autor de dos colecciones explosivas: Matriz revelada y Salida de la Matriz.

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