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Sabiduría china podria guiar futuro migratorio

por José de la Isla

HOUSTON – Al negarse los Estados Unidos a avanzar con el proyecto de ley de la reforma migratoria este año, viene al caso la antigua definición china de “crisis”. La traducción de “crisis” del chino se tiene, por lo general, a significar “peligro” y “oportunidad”.

El peligro es bastante obvio. La National Conference of State Legislators (Conferencia Nacional de Legisladores Estatales) reportó en abril que casi 1.200 artículos de legislación migratoria se habían presentado ya a nivel de estado este año, más que el doble del año pasado. Para fin de año es posible que cada estado de la unión esté considerando “remedios” para restringir la actividad y los movimientos de inmigrantes.

Tales acciones podrán apaciguar a los nativistas y otros quienes están sencillamente frustrados con la falta de acción por parte del gobierno federal, pero dista mucho de una solución. Acarrea amplios peligros para que “les salga el tiro por la culata”.

Los inmigrantes y sus hijos representarán por entero el crecimiento de la fuerza laboral en los Estados Unidos entre los años 2010 y 2030. Como ejemplo, el crecimiento económico de la región central de la Florida se vincula con su población hispana de rápido aumento (muchos de los cuales son inmigrantes).

Muchos países de población homogénea y poca inmigración (como Alemania, Italia y Japón) no tienen el mismo índice de crecimiento económico como otros países desarrollados. Lo mismo ocurre en regiones dentro de los Estados Unidos.

Lo que es particularmente perturbador aquí son los valores y las actitudes del público que engendran las medidas de restricción. Así llegue la reforma migratoria federal, el argot del conflicto étnico habrá establecido mentalidades xenófobas y polarizantes que podrían durar generaciones y llevar décadas erradicar.

Las políticas de restricción contribuirán a hacer que una nación que ya vive con el miedo del terrorismo llegue a un nuevo nivel de sospecha contra las personas que viven entre sus fronteras. Algunas propuestas corrientes compiten con las leyes de segregación racial llamadas “Jim Crow” de antaño.  Es como si viviéramos de nuevo en la década de los años cincuenta.

Lo que surgirá será una nación polarizada dirigida por una población grande, pero declinándose, de blancos malhumorados, mientras que los hispanos se vuelven el 17 por ciento de la población para el 2020, y el 24 por ciento para el 2050.

Falta mucho para llegar al 2009, cuando se espera que un nuevo Congreso actúe responsablemente a favor de los intereses nacionales. Mientras tanto, las “reformas” locales en base a la emoción pueden estropear a las familias trabajadoras que acatan la ley, muchas de las cuales son ciudadanas de los Estados Unidos.

Ahora se visualiza mucho menos las oportunidades, ocultas tras estadísticas desmoralizadores y desconcertantes en México.

Los mexicanos son aproximadamente el 60 por ciento de los inmigrantes sin autorización en los Estados Unidos.  Mucho de nuestro jale migratorio proviene de la enorme discrepancia de nivel de vida entre nosotros y nuestros países vecinos – una de las mayores discrepancias entre países vecinos en todo el mundo.

Pero cualquiera que piense que la emigración le conviene a México se equivoca. Sólo empeora la situación. En junio, el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas reportó que lo que más contribuye a la disparidad es “la inequidad y no la pobreza”.

Thierry Lemaresquier, del programa, indica que no son ni los más ricos ni los más pobres los que emigran del país, sino que son los que están al medio.  Éste es precisamente el grupo al que México necesita más para efectuar su propio desarrollo.

Este hallazgo tiene correlación con otra revelación.  Citado en El Universal, diario de la Ciudad de México, “Germán Martínez Cázares, secretario de la  Función Pública, indicó que 35% de la inversión extranjera directa que en el último lustro decidió no entrar a México lo hizo por la percepción de corrupción y opacidad en el país”.

Este ciclo vicioso es el que expulsa a la gente de México y desanima la inversión en el país. Es una fórmula de crecimiento retardado, de estancamiento y consecuentemente de mayor emigración.

Entre ahora y el 2009 es buen momento para que las comisiones inter-parlamentarias, las asociaciones regionales de inmigrantes, las cámaras de comercio latinas, los grupos cívicos y los intereses trasnacionales exijan que México se enderece.

El presidente Felipe Calderón y los partidos que conforman el Congreso de México lo tienen que oír de todas partes. Es una mejor solución que la absurda convulsión que vivimos hoy en los Estados Unidos, la que tiene raíces en nuestra propia incapacidad de efectuar una reforma.

He ahí, entonces, el peligro y la oportunidad, abarcados en el vocablo chino para “crisis”.

[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].  © 2007

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