por Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx
“Santuario” quiere decir, según el diccionario Espasa Calpe, 1. Templo en que se venera la imagen o reliquia de un santo, como “el santuario de Lourdes”; 2. Lugar sagrado, o importante y valioso, como “el Instituto Pasteur es el santuario de la investigación”; y 3. Lugar usado como refugio, protección o asilo, como “detuvieron a los etarras en su santuario del sur de Francia”.
Por no decir nomás, la definición no incluye algo así como “ciudad o condado de Estados Unidos done la Migra le pela los dientes a los indocumentados”. Ojala…
El caso es que así lo han definido algunos, más con buena voluntad que con los ojos en la realidad. Y otros más bien con ganas de pararse el cuello que con buena voluntad, porque muchas de las “leyes santuario” son más bien una vacilada. En varios casos que conozco de “leyes santuario”, particularmente en el caso de Chicago, dice claritamente clarito que “ninguna autoridad de la Ciudad podrá colaborar con la agencia federal de inmigración a menos que sea por petición expresa”, bla, bla, bla. Luego dice, casi al final, más o menos, que ninguna autoridad será sancionada por no cumplir con esta ley, y que las quejas serán llevadas a las autoridades, bla bla bla…..
En pocas palabras, el “santuario” donde los inmigrantes están “a salvo” no existe realmente, ni otorga protección real, ni asilo ni refugio a nadie.
Afuera pero adentro
Y lo mismo pasa con la tan cacareada “salida de Comunidades Seguras”.
“Con bombos y platillos se anunció en mayo pasado que el estado de Illinois no permitiría que continuara aquí la operación del cuestionado programa federal Comunidades Seguras”, reporta nuestra colega Fabiola Pomareda. “Sin embargo, oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas confirmaron que el programa aún funciona en Illinois y que se mantiene el intercambio de bases de datos para identificar inmigrantes indocumentados”.
Más claro ni el agua. “Comunidades Seguras es un programa federal para compartir información, y las decisiones sobre su operatividad son tomadas sólo por el gobierno federal”, dice Fabiola que le dijo Nicole Navas, vocera de La Migra y encargada de Comunidades Seguras en Washington.
“Un estado no puede cancelar su participación o salirse cuando el gobierno federal ha activado el programa en dicho estado”. Es obvio. Comunidades Seguras es un programa de intercambio de datos entre las policías locales, el Departamento de Seguridad Nacional (La Migra), y el FBI. Cuando la chota local hace que uno toque pianito y manda las huellas al FBI, La Migra recibe una copia y ¡zaz! El detenido queda marcado como borracho inofensivo porque nomás se pasó un alto y anda hasta las manitas, pero también es identifi cado como indocumentado, y librarlo de la deportación está en chino.
Pa’ peor, La Migra puede consultar las bases de datos locales de la policía estatal y los condados, “de un escritorio en el edificio de las cortes criminales o usando una laptop en unStarbucks”, le comentó a Fabiola, el vocero del Alguacil del Condado de Cook en Illinois, Steve Patterson.
Seamos claro, pues. Comunidades Seguras no es voluntario ni las ciudades o condados por más “santuario” que sean, se pueden “salir” de él.
La solución para que La Migra deje de agarrar padres de familia que se pasaron de copas ayer en la noche, o que se pasaron un alto para llegar a tiempo a la chamba, es eliminar Comunidades Seguras, no crear ciudades o condados “santuario” y “amistosas con los inmigrantes”.
Y hay un señor que, solito solito, con una fi rma en un papelito, puede eliminar Comunidades Seguras: se llama Barack Obama y por ahora vive en Washington. Los demás políticos que se llenen la boca hablando de “salirse de Comunidades Seguras” mienten con todos los dientes…