por Jorge Mújica Murias
mexicodelnorte@yahoo.com.mx
Échese este tropo a la uña: “La Ciudad (me brinco el nombre pa’ no vender la mercancía antes de tiempo)… es intercultural, expresada en la diversidad sociocultural de sus habitantes, sustentada en los pueblos indígenas y originarios y sus integrantes, así como en las personas con diferentes nacionalidades, orígenes, lenguas o creencias, entre otros colectivos sociales”. Y esta otra: El Gobierno (de la tal Ciudad) debe “Propiciar que los medios de comunicación generen el fortalecimiento de la interculturalidad y movilidad humana”.
Y otra más: “En la Ciudad … ninguna persona será objeto de discriminación o exclusión por su condición migratoria. La administración pública garantizará la ejecución de programas y servicios con el objeto de promover el acceso y ejercicio universal de los derechos humanos”.
Y una última: Los migrantes tiene derecho a “Regularizar su situación migratoria y acceder a un trabajo digno que integre libertad, igualdad de trato y prestaciones, así como contar con una calidad de vida adecuada que le asegure la salud, alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica y educación pública en sus diversas modalidades, de conformidad con la legislación aplicable”.
Bien padre, ¿no? Pues si, nomás que no es ningunaley de Carolina del Norte o de Nuevo México o de Texas, y mucho menos de Georgia o Arizona. Es más, no es ninguna ley de algún estado controlado por hipermayoría del Partido Demócrata.
Se trata de la nueva Ley De Interculturalidad, Atención A Migrantes Y Movilidad Humana En El Distrito Federal, aprobada hace un par de meses por la Asamblea Legislativa del DeFe, y oficialmente presentada a la ciudadanía esta semana en chilangolandia. Es, le guste a quien le guste y no le guste a quien no, una ley en completo favor del migrante y una ley de izquierda, hasta donde una ciudad gobernada por el Partido de la Revolución Democrática pueda ser llamado de “izquierda”.
A r r i b a l a M ov i l i d a d H u m a n a
Es, yo creo, una buena aproximación a lo que a nosotros se nos ha figurado que debe ser una ley racional de tratamiento a los migrantes. Digo “tratamiento” porque igual que acá en Estados Unidos, un estado no puede emitir una ley de migración, como todos sabemos por la derrota de la ley de Arizona en las Cortes de este lado.
Es una ley que cambia eso de “fenómeno migratorio”, que me hace sentir como si fuéramos gente rara que hiciera cosas que nadie más hace, como si la migración fuera nueva y hubiera empezado hace 4 millones de años cuando el primer ser humano se salió de África y se convirtió en el primer migrante del mundo.
Es una ley que no ve al migrante solamente como un obrero desempleado y muerto de hambre buscando una chamba, sino que incluye al “Cónyuge, concubino(a) o conviviente del migrante, así como sus parientes consanguíneos en línea recta sin límite de grado o transversal hasta el segundo grado y las personas sobre las que el migrante ejerza la patria potestad o la tutela a su cargo”.
Es una ley opuesta a la teoría gringa del “melting pot”, el crisol en que todas las culturas deben fundirsepara formar una sola, y que en cambio llama a “tener, conservar y fortalecer” los rasgos socioculturales de las diversas etnias y grupos nacionales dentro del Distrito Federal, y obliga al Gobierno de la Ciudad a crear “programas de ayudas y apoyos para la atención social a migrantes, así como para las comunidades de distinto origen nacional en materia social, económica, política y cultural que promuevan su visibilización y fortalecimiento en la Ciudad de México”.
De remate, es una ley que obliga también al gobierno del DeFe a atender y extender los derechos a las “Personas originarias o residentes del Distrito Federal que salgan de la entidad federativa con el propósito de residir en otra entidad federativa o en el extranjero”, y a tener programas para “la promoción, salvaguardia, tutela y defensa de los derechos de los migrantes capitalinos residentes en el extranjero”. Como quien dice, podría echarle bronca a La Migra en Chicago o a los patrones de cualquier capitalino al que no se le paguen sus salarios de manera correcta en cualquier fábrica del planeta.
Para rematar el remate, la ley da derecho a los migrantes a “Regularizar su situación migratoria y acceder a un trabajo digno que integre libertad, igualdad de trato y prestaciones, así como contar con una calidad de vida adecuada que le asegure la salud, alimentación, vestido, vivienda, asistencia médica y educación pública”, oponiéndose al planteamiento de la Ley federal de Migración hoy discutida en el Congreso en México, que creaba el crimen de tener trabajo sin tener papeles y lo castigaba con la deportación. Y luego hay quien me pregunta por qué s o y d e i z q u i e r d a