por Erick Galindo
Hispanic Link News Service
Quizá el presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, no quería soltar lágrimas frente a tanto mexicano.
Tal vez le preocupaba el número de folios completos de partida de nacimiento que tendría que adquirir de los miembros del Congreso y de soldados heridos del Hospital Walter Reed, quienes en años pasados han estado invitados, además del embajador de México ante los Estados Unidos, a la breve celebración del Cinco de Mayo realizada en la capital estadounidense.
Sin explicación coherente alguna, Boehner ha decidido no realizar la breve ceremonia este año, una tradición bipartita que remonta como mínimo al 2003, cuando republicano por Illinois, Dennis Hastert, fuera presidente de la Cámara. Consultora en temas de la educación, Cecilia Burciaga, de Monterey, California, al conversar con columnista de Hispanic Link Andy Porras, preguntó, “Dime, ¿por qué pasaría tanto tiempo el senador en los salones de bronceo poniéndose moreno para después cancelar el “Cinco”?”
Mediante un vocero, el distinguido republicano de Ohio sencillamente optó por dejar que sus colegas latinos de la Cámara de Representantes de EE.UU. lo celebraran ellos mismos. Sí se puede, ¿qué no?
El vocero de Boehner, Michael Steel, ofreció esta explicación oficial: “Les hemos dicho al Caucus Hispano que están bienvenidos a realizar una celebración este año. El presidente de la Cámara no la realizará personalmente, pero estamos de acuerdo en que ellos lo hagan”. Para defender a Boehner, el Cinco de Mayo sí que cae jueves, día en el que el Congreso está deseoso de terminar con la votación de la semana. Lo probable es que tendría que pagar los gastos de la celebración de su propio presupuesto presidencial. Más lágrimas.
El cancelar una celebración para el grupo votante del más rápido crecimiento en su estado y en el país podrá sonar a una movida boba. Pero es la clase de acción que se espera de un dirigente de partido medio torpe quien sin variar permite que el elemento marginal de su partido lo arrastre hacia la derecha extrema.
No obstante, si se toma en cuenta el historial del partido republicano para con los latinos desde que nuestro voto decisivo le dio la elección del 2008 al “inmigrante” Obama, es un paisaje mucho más de temer para jóvenes latinos como yo, quienes un día heredaremos el estrato político de este país. Un buen ejemplo fue el partidismo trillado que mostraron los senadores republicanos durante las audiencias de nombramiento de magistrada del Tribunal Supremo, Sonia Sotomayor.
Allí, hicieron de una magistrada con califi caciones superiores un estereotipo – una latina bocona, sabelotodo.
Los latinos por todo el país dijeron que lo “recordarían en noviembre”, con la implicación que nosotros los latinos sacaríamos a los republicanos del Congreso con nuestro voto. Estoy seguro que se acordaron, aunque muchos se olvidaron de votar en las elecciones de medio término. Miremos al racismo mucho más abierto en el ejemplo del fenómeno “birther” que arrasa ahora la base del partido republicano.
La muy falsa implicación que el presidente Obama no nació aquí es un intento de muy poco velado de asociarlo con los malvados mexicanos que quieren hacer fi esta en el Capitolio y reducir a las lágrimas al pobre Boehner de nuevo.
Si se calcula la ecuación y el hecho que el bloque de votantes latinos está cobrando cada vez más fuerza, es necesario suponer que el partido republicano está demasiado entumecido o atontado como para darnos el más sencillo gesto simbólico que haría honor a la importancia que ha tenido nuestra comunidad en la fundación y el desarrollo de este país.
En los últimos diez años, nos indican nuevos datos de la Ofi cina del Censo, la población latina comprendió el 65 por ciento del crecimiento de la población en Texas, 55 por ciento en la Florida, y casi la mitad en Arizona y en Nevada. Estos cuatro estados tradicionalmente republicanos por sí solos añadirán en combinación ocho escaños al Congreso en las próximas elecciones.
Y esta vez todos esos latinos votarán – la mayoría por nuestro Barack y por el mejor interés de los latinos – quienes para el partido republicano son chivos expiatorios cuando no resultan inconsecuentes. Entonces es que vamos a esperar ver las lágrimas de Boehner. Por ahora, parece que vamos a tener que contentarnos con la Noche de Tacos en el Club Nacional de la Prensa.
(Erick Galindo, ex editor de Hispanic Link, es reportero del Pasadena Star-News en California. Comuníquese con él a: erick.galindo@sgvn.com).