miércoles, julio 17, 2024
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La minoría mayoritaria forma ahora una pluralidad

by José de la Isla

Hispanic Link News Service

HOUSTON – Cada década, con la publicación de nuevas cifras con el censo, se nos ofrece un momento breve de reflexión sobre la nación cual sociedad. Luego, esta meditación se convierte en una que sopesa qué grupos van codeándose para mejorar su posición.

Después de todo, así lo habían divisado los Precursores. Redactaron en la Constitución el requerimiento de realizar un censo cada decenio, el cual determinará el número de representantes correspondientes a cada estado y el número de votos electorales que le corresponde a cada estado en las elecciones para presidente. Así ha sido desde el año 1790.

La publicación el 24 de marzo de las cifras del censo 2010, indica que los hispanos impulsaron más de la mitad del crecimiento de la población de esta nación, y que los latinos ahora son más de 50,5 millones de los que residimos en los Estados Unidos. Este repunte refleja, en parte, tanto el crecimiento natural, como el haber logrado frenar algunos de las subestimaciones viciosas del pasado. Nos ha tomado esfuerzos demás desde 1970 para lograr una enumeración más precisa como es la presente. Sabemos hoy que el 34 por ciento del crecimiento en la población hispana en los seis estados del suroeste fundamentalmente arrastra el centro de gravedad político más hacia los estados de las montañas y del Pacífico, alejándolo del este. El conteo de la población justifica unos 10 nuevos distritos congresionales de mayoría hispana.

En realidad, cómo se ve el mundo hoy, después del anuncio del 23 de marzo, no difiere de cómo se veía el día anterior. Sin embargo, el censo constituye la base

– el catalizador, digamos

– para volver a alinear la representación de acuerdo a los cambios demográficos. No obstante, con frecuencia no se atiende la importancia de otros rubros del censo para los hispanos. Los latinos estadounidenses han vivido una larga lucha por ser reconocidos como grupo, como se les reconoce ahora; lucha que duraría desde los 1890 hastalos 1950. En aquellos tiempos, a los hispanos se les consideraba una población regional, mayormente inconsecuente.

Los candidatos con aspiraciones a la presidencia casi nunca se fi jaban en estas poblaciones, y la nación se mantuvo sumida en una denegación de la existencia de los latinos.

En la medida en que varios grupos de latinos regionales encontraron una voz común en la década de los 1960, su temática se cen tró en traspasar el ser invisibles para lograr una participación y representación por completo en la política local y federal. De hecho hubo una reacción en contra, no sólo de las mayorías titulares, sino también de otros grupos en contienda, como en el caso de los grupos africano americanos, quienes afi rmaban su propia fuerza  en pos de la representación. No obstante, con frecuencia los medios de la época atizaban la cultura popular – fueran medios negros o blancos – con nociones fáciles de malinterpretar.

La competencia por el reconocimiento y la representación con frecuencia se caracterizaba erróneamente como conflicto.

Esta falla provino de una fi sura en la manera en que piensan los blancos, no hispanos; una cosmovisión, como a sus antropólogos les gusta llamarlo. Quedó conmemorada en la manera en que la Constitución creara una fi cción política, la medida de tres quintos original para enumerar a los esclavos y asignar la representación. Éste fue el origen de ­una mentalidad que persistió y formó una manera ridícula de pensar — que el mundo se divide entre negro y blanco.

Desde entonces, a los dirigentes y los medios de esta nación les ha costado entender otras categorías sociales. A veces se confunden la nacionalidad, la etnia, la identidad y la cultura con la noción de raza y pigmentación. Sin embargo, el concepto de “raza” ha sobrepasado cualquier propósito significativo. En nuestra época, el “origen de grupo” o la “identidad” tendrían más sentido.

El censo del 2010 se presenta cual hilo dental para otro concepto malogrado. Muchos en los medios – es decir, aquéllos quienes influencian el pensar popular – han utilizado el tópico “minoría mayoritaria”.

Nada más oximorónico que esta frase. Parece referirse a antiguas poblaciones de “minoría” (o sea, que no son blancas) que se han vuelto, si sabes contar, en mayorías dentro de comunidades por todo el país. O, que varias “minorías” de antaño ahora conforman una “mayoría”. También sugiere que dentro de esta nueva situación queda un persistente valor disminuido. En realidad, cuando ninguna categoría de la población consiste de una mayoría, el grupo más grande es una pluralidad. Esto lo comprendían los padres de la nación. Es la razón por la que pusieron E pluribus unum, “De muchos, uno” en el Sello de los Estados Unidos.

Esperemos que esta noción de “minoría mayoritaria” se desaparezca del todo. No tiene ningún propósito útil. Que se hunda en los vapores de su propio miasma. La noción de una sociedad más plural, convalidada por las cifras del censo, es una perspectiva mucho más liberadora. Hispanic Link.

(José de la Isla, columnista de distribución nacional con los servicios de noticias Hispanic Link y Scripps Howard, ha sido reconocido durante dos años consecutivos por New America Media. El título de su próximo libro a publicarse es: “Our Man on the Ground”. Sus libros previos incluyen, “DAY NIGHT LIFE DEATH HOPE” (2009) y “The Rise of Hispanic Political Power” (2003), disponibles en joseisla2@yahoo.com).

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