por Charlie Ericksen
Hispanic Link News Service
El periodista mexicano americano Rubén Salazar no aspiraba en absoluto ser reconocido como dirigente latino a nivel nacional.
Pero así es como una combinación de veteranos activistas y jóvenes universitarios con especialización en Estudios Chicanos lo elogian cada 29 de agosto, fecha en 1970 cuando lo matara un policía. Rubén, siempre el bromista, se habría reído en tu cara si le dijeras que algún día su rostro adornaría un sello postal conmemorativo de los Estados Unidos.
Dos ceremonias de dedicación primorosas que realizó el Servicio Postal de EE.UU. en Los Ángeles y en el Club Nacional de la Prensa en Washington, D.C. prestaron tal sello el 22 de abril del 2008. Era de 42 centavos, por coincidencia el mismo número de años que viviera Rubén antes que un sheriff asistente del Condado de Los Ángeles le disparara el misil a la cabeza que lo mataría instantáneamente. Sally, rubia esposa de Rubén, ahora difunta, decía que Rúben — y no Rubén (enfatizaba la primera sílaba de su nombre, y no la última, como se pronunciaría en español) – era hombre de bistec y whiskey, no un conocedor de tacos y tequila, como aquellos que le hacen brindis cada año, con Coronas heladas y limón.
En lo que se nombraban escuelas y calles en honor a su memoria, Sally citaría a sus hijos, todos menos de 10 años de edad cuando muriera su padre, preguntando si era él en realidad la persona a quien se agasajaba tanto como cruzado moreno allá desde el podio. Lo conocían como el papá que chapuzaba con ellos en la piscina de la casa en el condado de Orange.
Los colegas que mejor lo conocían aceptaban a Rubén como una persona bicultural – mexicano y estadounidense. Él se regocijaba en su entorno dual. Pero no lo llames “periodista mexicano-americano”.
Era periodista – punto final. Con su profunda comprensión de la gente en nuestro mundo políglota, se esmeraba con asignaciones largas como corresponsal en América Latina y Asia en una profesión sobrecargada de los egresados de universidades de la élite quienes caen cual paracaidistas en México o en el Medio Oriente hirviente vestidos de impermeables y anteojeras, haciéndose los expertos en temas globales. Rubén no se hacía. Viet Nam, azotado por la guerra, era una importante asignación en su carrera.
Él integró el personal noticioso casi tan blanco como la nieve del periódico The Los Angeles Times en 1959 después de haber perfeccionado sus habilidades como reportero y probado la amplitud de su perspectiva y objetividad en el Herald Post de El Paso (Texas), el Press Democrat de Santa Rosa (California) y el San Francisco News.
Al llegar al sur de California, no aceptó ninguna alegación activista referente a la habitual brutalidad y discriminación de la policía en su trato de los latinos hasta que él mismo lo atestiguara. Fue entonces que comenzó a reportar sobre las realidades de vivir y morir en los barrios de Los Ángeles – una trayectoria periodística que finalmente le llevó a una muerte prematura.
(Con su esposa oaxaqueña, Sebastiana Mendoza, y su hijo mayor, Héctor, Charlie Ericksen fundó Hispanic Link News Service en Washington, D.C. en 1979, el único servicio de noticias de distribución a nivel nacional que destcara los reportajes y comentarios de escritores latinos y latinas sobre la comunidad hispana emergente y sus contribuciones a la sociedad estadounidense).