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El gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) declaró el 26 de febrero que el Presidente Daniel Ortega será su candidato presidencial para las elecciones del 6 de noviembre de 2011.
La apuesta de Ortega para la presidencia es inconstitucional y el ejemplo más flagrante hasta la fecha de la falta de controles en Nicaragua. La respuesta interna e internacional a sus esfuerzos para perpetuarlo en el poder podría ser crítico para la democracia en la región.
Revoluciones árabes generan preguntas sobre la democracia y la autocracia Los históricos cambios en África del Norte y el Medio Oriente se están sintiendo en América Latina. Las distintas reacciones a los levantamientos en Egipto y Libia, dependiendo de si es que el déspota en cuestión tiene lazos ‘imperialistas’ con EE.UU., Hosni Mubarak, o credenciales “revolucionarias” remotas, el Coronel Muammar Gaddafi, ha expuesto la hipocresía en Cuba y Nicaragua.
El Presidente de Venezuela Hugo Chávez, quien ha vuelto un hábito cortejar dictadores no deseables, incluyendo a Gaddafi, decidió astutamente mantener su propio consejo sobre Libia.
Sin embargo, probablemente no es una coincidencia que los estudiantes en huelga de hambre hayan elegido este momento para presionar al gobierno venezolano para que libere a los ‘prisioneros políticos’, o que tanto EE.UU. como la Organización de Estados Americanos (OEA) estén ahora preocupándose por las fallas de la democracia venezolana.
Lo que las revoluciones árabes significan para América Latina
América Latina, que tiene lazos de largo tiempo con el mundo árabe, podría jugar un importante rol político en la reacción de la comunidad internacional a las revoluciones del mundo árabe. También es posible que América Latina se beneficie, económicamente, de las protestas en el mundo árabe, mientras las empresas petroleras internacionales, especialmente, dejan de buscar petróleo en lugares como Libia, Argelia y Egipto que ahora parecen profundamente inestables. Políticamente, las protestas en el mundo árabe dan a América Latina una plataforma para demostrar sus credenciales democráticas, ambientales y de derechos humanos. Tradicionalmente los países en América Latina han sido reacios a tomar posiciones de principios sobre las manifestaciones en otros países, sobre todo porque no aprecian que otros países comenten, o incluso peor, investiguen, lo que pasa dentro de sus países.
Ejército recibe rol indefinido para combatir el crimen organizado
No hay un fin previsto al uso de las fuerzas armadas para combatir el crimen organizado en El Salvador. Ese mensaje intransigente se podría haber esperado de la boca de cualquier ex presidente de la historia de El Salvador pero en vez viene de la boca del Presidente Mauricio Funes, el primer jefe de estado de izquierda del país. Hablando a fines de enero durante una ceremonia de promoción militar, Funes dijo que usaría las fuerzas armadas “indefinidamente” con la Policía Nacional Civil (PNC). Dijo que la batalla contra el crimen organizado no tenía “plazos” sino “objetivos”. Su estrategia de seguridad del estado es muy similar a la que lleva a cabo el centro-izquierdista Presidente de Guatemala, Álvaro Colom, donde el ejército también se había retirado de la vida pública después de una larga guerra civil pero ahora está jugando un rol cada vez más activo.