viernes, diciembre 27, 2024
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La agenda de los Illuminati (duodécima parte de la serie)

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por Marvin Ramírez

­Marvin  J. Ramírez­Ma­rv­in­ R­­am­­í­r­­ez­­­­­­

NOTA DEL EDITOR: Dada la importante e histórica información contenida en este artículo de 31 páginas sobre la historia de la sociedad secreta y malvada, los Iluminados, El Reportero se honra en brindar a nuestros lectores la oportunidad de leer tal documento, que los medios principales han catalogado de una teoría de conspiración. Para comprender mejor esta serie, le sugerimos que lea los artículos previos publicados en nuestras editoriales.

Esta es la duodécima parte de la serie.

Lo siguiente es una transcripción de una grabación distribuida en 1967 por Myron C. Fagan. El ha esperado que si suficientes norteamericanos han escuchado (o leído) este resumen, la agenda de dominación de los Iluminados para Estados Unidos se abortaría, tal como Alexander I de Rusia torpedeó los planes de los Iluminados para Un Mundo, Liga de Naciones en el Congreso de Viena de 1814-15. Fagan describe correctamente a los miembros del congreso, el poder ejecutivo, y el poder judicial de ese momento como TRAIDORES por su rol en contribuir a implementar la caída de la soberanía de Estados Unidos. Es comprensible que gran parte de la audiencia de ese período haya considerado imposible de creer que, por ejemplo, los Kennedy, eran (son) parte de la trama de los Iluminados, pero sí dijo que Jack tuvo un renacimiento espiritual e intentó rescatar al país del estrangulamiento de los Iluminados al emitir certificados de plata de EE.UU., que aparentemente contribuyeron en gran parte a la decisión de los Iluminados de asesinarlo (su hijo, John Jr., también fue asesinado porque intentó exponer a los asesinos de su padre después de llegar al poder).

— Durante los primeros años; vieron al pequeño hombre de bigotes de los guetos alemanes con gran desprecio; pero Jacob supo cómo superarlo. Les lanzó algunos huesos de los Rothschild. Esos huesos fueron la distribución en Estados Unidos de acciones europeas deseables y emisiones de bonos. Luego descubrió que tenía un arma aun más potente en sus manos en lo siguiente.

Fue en las décadas que siguieron a nuestra guerra civil que nuestras industrias comenzaron a florecer. Construimos grandes caminos de fierro. Las industrias de petróleo, minería, acero, textil estaban saliendo de sus envoltorios. Todo eso llamó para un amplio financiamiento; gran parte de ese financiamiento tenía que venir del exterior. Eso significaba de la Casa de los Rothschild y fue cuando apareció Schiff. Jugó un juego muy astuto. Se convirtió en el patrón santo de John D. Rockefeller, Edward R. Harriman, y Andrew Carnegie. Financió la Compañía de Petróleo ­Estándar para Rocky, el Imperio de los Caminos de Fierro para Harriman, y el Imperio de Acero para Carnegie. Pero en vez de tomar las otras industrias para Kuhn, Loeb, y Compañía, abrió las puertas de la Casa de los Rothschild a Morgan, Biddle, y Drexel. A cambio; Rothschild arregló el establecimiento de sedes en Londres, París, Europa para esos tres; pero siempre en asociación con los subordinados de Rothschild y Rothschild dejó bien claro a todos esos hombres que Schiff sería el jefe en Nueva York.

Por lo tanto, en el cambio de siglo, Schiff tenía un fuerte control de la completa hermandad de bancos en Wall Street, la cual para entonces, con la ayuda de Schiff, incluía Lehman Brothers, Goldman-Sachs, y otros bancos internacionalistas que eran liderados por hombres escogidos por los Rothschilds. En resumen; eso significaba control de los poderes monetarios del país y estaba listo para el gran paso – atrapar a todo nuestro sistema monetario nacional. Ahora bajo nuestra Constitución; todo el control de nuestro sistema monetario está investido solamente en nuestro Congreso. El próximo paso importante de Schiff era seducir a nuestro Congreso para traicionar ese mandato constitucional al entregar ese control a la jerarquía de la gran conspiración de los Iluminados. A fi n de legalizar esa entrega y por lo tanto hacer a las personas más impotentes para resistirla, sería necesario que el Congreso ponga en efecto una legislación especial.

Para lograr eso; Schiff debería infi ltrar cómplices en ambas cámaras del Congreso. Esos cómplices debieran ser lo sufi cientemente poderosos como para encauzar al Congreso para que apruebe esa legislación. Igual o incluso más importante; tendría que plantar a un cómplice en la Casa Blanca, un presidente que sin integridad ni escrúpulos, podría firmar esa legislación en ley. Para lograr eso tenía que controlar o el Partido Republicano o el Demócrata.

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