Las elecciones de 2024 en San Francisco han dejado claros ganadores y perdedores, marcando el inicio de una etapa de cambio. La alcaldesa London Breed perdió su puesto, convirtiéndose en una de las grandes derrotadas. Su gestión, que intentó abordar problemas como la delincuencia, el robo en tiendas y la crisis de personas sin hogar, no fue suficiente para los ciudadanos, quienes vieron cómo estos problemas se agravaban. Parte de este rechazo se debe a políticas controvertidas como la Proposición 37, que reduce las sanciones por robos menores a $950, generando la percepción de permisividad ante el crimen. Este enfoque pesó en la percepción pública, que la vio como demasiado indulgente. Breed deja el puesto a Daniel Lurie, el nuevo alcalde electo, quien llega prometiendo un enfoque renovado y soluciones concretas.
Lurie, con una sólida trayectoria en el ámbito social y filantrópico, es conocido por fundar y dirigir Tipping Point Community, una organización sin fines de lucro que combate la pobreza en el Área de la Bahía. Heredero de la fortuna Levy, Lurie ha demostrado habilidades en liderazgo y organización de proyectos comunitarios. Su perfil ha generado expectativas entre los sanfranciscanos, quienes esperan soluciones claras para la falta de vivienda, la delincuencia y la eficiencia de los servicios públicos.
Sin embargo, al igual que otros líderes anteriores, Lurie ha evitado mencionar el tema de la desaparición de parquímetros en la ciudad, un tema que afecta a residentes y comerciantes. Mientras los políticos se enfocan en cuestiones macro, los dueños de pequeños negocios y sus clientes enfrentan crecientes problemas de estacionamiento. Se olvida que una ciudad próspera depende del comercio, y el comercio depende del acceso al estacionamiento. En San Francisco, la reducción de espacios de aparcamiento y el aumento de tarifas no solo complican la vida de los residentes, sino que también alejan a quienes quieren apoyar los negocios locales.
A nivel nacional, las elecciones también trajeron sorpresas. Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos, lo que genera división y unidad en todo el país. Sin embargo, en San Francisco, ciudad de tendencia progresista, Kamala Harris resultó ganadora de la «presidencia simbólica» de la ciudad, superando a Trump con 307,774 votos frente a los 58,555 que él obtuvo en el área. Aunque este resultado no tiene implicaciones reales, representa un alivio para los residentes que votaron por ella, y ven en Harris un reflejo de sus valores y aspiraciones.
En el ámbito local, otro punto de interés fue la contienda de Roberto Hernández, activista y defensor cultural, quien buscaba un escaño en la Junta de Supervisores del Distrito 9. Hernández, conocido por su trabajo promoviendo la identidad y orgullo latino, así como por ser el organizador del famoso (y pagano) Carnaval de San Francisco, aspiraba a representar a su comunidad. Sin embargo, su estilo y conexión con el «Barrio Cultural», con los homeboys y los lowriders, no lograron captar suficientes votos fuera de sus seguidores tradicionales. Aunque no alcanzó el puesto, su popularidad podría fortalecer su rol como defensor de los intereses de su comunidad, especialmente en la lucha contra las políticas de estacionamiento que afectan a los residentes, especialmente él, que tiene varios autos.
El tema del estacionamiento ha sido otro punto de controversia en San Francisco, con miles de parquímetros desaparecidos y el anuncio de que alrededor de 14,000 espacios adicionales serán convertidos en zonas de no estacionamiento. La ciudad espera obtener ingresos adicionales con esta medida, multando a los conductores que se vean obligados a estacionarse en estas áreas prohibidas, y utilizando esos ingresos para contratar más oficiales de tránsito. Este plan ha generado descontento entre los residentes, especialmente aquellos que frecuentan restaurantes y comercios locales. Aunque la intención es mejorar el flujo vehicular y generar fondos para la ciudad, muchos consideran que afectará negativamente a los negocios locales al desincentivar a los visitantes y crear una atmósfera menos amigable para el consumidor.
La desconexión entre estas políticas y las necesidades de los residentes es evidente, y es probable que el tema del estacionamiento se convierta en un punto de presión para el nuevo gobierno local. Los sanfranciscanos esperan que Lurie y su equipo encuentren un equilibrio entre la recaudación de fondos y el bienestar de la comunidad. San Francisco, conocida por su espíritu innovador y compromiso social, necesita una política que permita el desarrollo económico sin poner en desventaja a los residentes.
En este contexto, las elecciones de este año han traído nuevas caras y expectativas renovadas. Lurie tiene la oportunidad de demostrar que su experiencia en filantropía puede traducirse en políticas efectivas para una ciudad compleja y diversa. San Francisco requiere un enfoque pragmático, que no tema desafiar las imposiciones externas que limitan la movilidad privada en nombre de políticas globalistas.
El reto para Lurie será grande, y los sanfranciscanos estarán atentos. La prosperidad de San Francisco depende no solo de ser progresista o conservador, sino también de un entorno donde las políticas respondan a las necesidades diarias de su gente: no aumento de impuestos, devolver los parquímetros desaparecidos y crear nuevos, disuadir a los ladrones con un castigo adecuado, y guardar en lugares seguros a los enfermos mentales ambulantes.