por Jorge Mariscal
PBS y Ken Burns siguen sin entender.
Tras meses de negociaciones con grupos de defensa latinos, académicos, veteranos y el Caucus Hispano del Congreso, las autoridades de PBS y su director Ken Burns ignoran los temas de fondo en cuanto a excluir a la experiencia latina del documental sobre la segunda guerra mundial, “The War”, que realizó Burns.
En una nota publicada en The New York Times el cinco de mayo, Burns continuó haciendo declaraciones arrogantes e ignorantes.
Según el Times, Burns dijo que su serie, de 14 horas, programada a salir durante el Mes de la Herencia Hispana, en septiembre, era “una especie de poema épico y no un libro de texto”.
Que no nos venga con cuentos. Hace varias semanas el Sr. Burns comparó su documental con la Constitución de los Estados Unidos. Ahora dice que es una especie de poema épico.
Si entendiera de poemas épicos, sabría que se componían con la meta de representar la experiencia de una comunidad entera. No tenían nada que hacer con la perspectiva personal del artista como individuo. El cantante de la Ilíada o del Poema del Mío Cid era un simple vehículo para una experiencia colectiva compartida.
Es claro que a Burns no le interesa ninguna de estas cosas. Él tiene su “visión” individual a la que no se puede amañar. Es un romántico arrogante que no tiene por qué ni el conocimiento suficiente para hacer crónica de un evento de tanta importancia como la segunda guerra mundial.
Ninguno del grupo que cuestionó el documental le pidió a Burns convertirlo en “libro de texto”. Que sea lo más lírico y poco narrativo que quiera. Nadie quiere quitarle su libertad de expresión artística, pero no tiene ningún derecho de inventar una historia de la guerra que excluye a una comunidad que pagó muy caro el haber sido partícipe en ella.
La nota del Times dice: “Sr. Burns, quien no participó en la reunión (entre ejecutivos de PBS y dirigentes hispanos) dijo que le dolía que surgiera una controversia sobre una película en la que explora un episodio de la historia de los EE.UU. que acercó a los ciudadanos”.
A Burns le duele esta controversia. Entonces, ¿por qué no alivia su dolor con hacer lo correcto? ¿Es que su “visión” sea más importante que un relato inclusivo de la guerra? Fue su “visión” malograda y pobre investigación (no los que trajeran a colación preguntas legítimas) la que creó las divisiones.
Si bien es cierto que la segunda guerra mundial acercó a la ciudadanía, Burns tiene que regresar a la escuela para aprender sobre eventos como las manifestaciones de los pachucos, y el caso de Felix Longoria. La segunda guerra mundial no fue tan utópica para algunas comunidades como Burns lo percibe. No hizo su tarea.
Burns debería despedir a su personal de investigación o despedirse a sí mismo. Mientras que PBS siga tomando dinero de la hacienda pública, debería despedirlos a todos.
¿Podemos nosotros, los latinos, adelantarnos a un Ken Burns del futuro que nos excluya de la historia de la guerra de los EE.UU. en Irak?
Por último, el Times reportó: “El Sr. Burns dijo que no había posibilidad que se volviera a editar el documental. “Sería destructivo, como intentar injertarle un brazo a su hijo”, dijo. “Destruiría la película”.
No me venga. Cualquier escritor o cineasta decente, que no esté cegado por su propio ego, sabe que cualquier texto o película que se considere fi nalizado se puede volver a abrir y revisar sin el menor impacto negativo sobre el tono y la estructura en general. En realidad, hasta puede terminar mejor.
El pensar lo contrario muestra o una falta absoluta de imaginación creativa o una obstinada negación ante el escuchar a otras voces, o ambas.
Una película no es un niño. Y si lo fuera, nadie le pide a Burns que le injerte un tercer brazo.
Sencillamente, los latinos piden que Burns reformule el artefacto completo en un objeto armonioso que refl eje cada comunidad que vivió la guerra contra el fascismo.
Una de las ciudades realzadas en la película actual es Sacramento, California. Los historiadores competentes rápidamente le podrían proveer a Burns narrativas de veteranos latinos de aquella ciudad que se añadieran sin tergiversar su película.
Pero, por desgracias, aún no entienden PBS y Ken Burns. O sencillamente no les importa.
(Jorge Mariscal, veterano de la guerra de los EE.UU. en Viet Nam, es profesor de historia y literatura de la Universidad de California, San Diego. Comuníquese con él a: gmariscal@ucsd.edu).© 2007