por David Evans Teesdale
Es con gran inquietud hoy que revelo el pequeño sucio secreto sobre el proyecto de “reforma” de la salud de los Demócratas, languideciendo en su margen de beneficio, que ni los Demócratas ni los Republicanos quieren que ud. se entere. Es un secreto tan grande, que incluso mayores dimensiones se han puesto en orden para asegurarse de que usted nunca se entere. Ese secreto, claro está, es que ese monstruo de mil páginas nunca será aprobado por el Congreso. No se convertirá en ley, al menos no durante la presidencia de Obama.
Había una pregunta, antes de que asumiera, sobre cuán moderada sería una Administración Obama. Obama se movió hacia el centro en las últimas etapas de su campaña presidencial y muchos esperaban que hubiera aprendido las lecciones de los tambaleos mal asesorados de Clinton hacia la izquierda en los primeros días de su propia presidencia y que tomaría una postura más centrista desde entonces. Obama aclaró esos debates a días de asumir, firmando radicales órdenes ejecutivas respecto del aborto y los detenidos terroristas, y presionando el Acta masiva American Economic Recovery and Reinvestment de 2009. La AERR (tal vez es mejor deletrearla ERROR– Economic Retardation and Redistribution for Obama’s Re-election) ha sido, por lo tanto, un desastre colosal.
Los tambaleos hacia la izquierda de Obama fueron notados por este autor ya en enero, y tras la aprobación del estímulo, declaré defi nitivamente que como resultado de la batalla del estímulo: “Los Demócratas que dan en posición de ser potencialmente golpeados en las elecciones de medio plazo del 2010, si solamente los Republicanos en el Senado mantienen sus base y permitan que los Demócratas ganen esta vez. Es costoso para ambas partes, pero Obama habrá gastado su capital político en un proyecto que sólo el 37 por ciento de los norteamericanos apoyan. Ud. y yo podemos decirle adiós a la noción de la medicina socializada o cualquier otro plan tramado hace 50 años por pseudo-socialistas” (7 Feb., 2009).
Los Republicanos han ampliamente mantenido su postura contra el despilfarro en el proyecto de estímulo, y aunque no fue evidente en ese momento, esto contribuyó a endurecer a los norteamericanos contra una mayor legislación tendiente al socialismo. Para mí fue evidente entonces que ningún plan de nacionalización de salud reuniría el apoyo para ser aprobado. Sin embargo, yo, como muchos otros, era reticente a mencionar esto y arriesgar el menor involucramiento que emanaría posiblemente de aquéllos activistas quienes, de otra manera, se manifestarían contra este proyecto, llamando a sus congresistas y generalmente revolviendo las aguas. Hemos visto que este fenómeno ocurre recientemente durante el debate cap and trade en la Cámara, donde un proyecto impopular y peligroso de alguna manera se las arregló para tomar una posición peligrosamente cerca del Registro Federal.
¿Entonces por qué ahora llegar a ese momento clave en el proceso legislativo y hablar sobre cómo el proyecto está condenado? El Senador Jim DeMint (R-SC) declaró recientemente que la iniciativa de salud de Obama es como su Waterloo. Si Obama es vencido aquí, eso puede perfectamente de linear el fin de la empresa de Obama de rediseñar el paisaje social y político del país en su propia imagen muy liberal. Mientras la analogía es imperfecta, como todas las analogías, es importante notar que si Obama puede ser detenido en la salud —y casi ciertamente lo será— los Republicanos pueden rescatar lo que queda de EE.UU.
Aunque el plan de es-tímulos ha severamente debilitado al país, al sumergirnos en la casi irreparable deuda y al estorbar a las futuras generaciones con un impuesto aplastante, algún día le daremos tal vez las gracias a que la Administración Obama presionó por American Recovery and Reinvestment Act, o ERROR, cuando lo hicieron. Al hacerlo, la Casa Blanca de Obama tambaleó hacia la izquierda, y su ebriedad de despilfarro dejó a EE.UU. no sólo con una resaca, sino con un terrible gusto posterior, y ha encendido a la oposición para más tomas de poder hacia la izquierda.
El sistema de salud nacional, el que destruirá la innovación, dificultará el cuidado, elevará costos, institucionalizará una cul1tura de muerte, nos dejará desposeídos de nuestras libertades y relegará a EE.UU. a un socialismo económico mixto al estilo europeo, sería mucho peor.
Los despilfarros con los que debe lidiar el paquete de estímulo de Obama son severos, pero se pueden superar. Un sistema de salud nacional podría radicalmente transformar el país. Mientras los llamados a las oficinas del Congreso van quince a uno contra los planes, Obama está en las cuerdas. Un resonado fracaso acá podría mermar el futuro capital político de Barack Obama y neutralizar el avance hacia un orden social al estilo Fabian. Para utilizar otra analogía imperfecta de boxeo, ahora no es el momento para ceder. Si esto está verdaderamente destinado a ser un fracaso para la Administración Obama, no deberíamos contentarnos con ganar por T.K.O. Tal como el Duque de Wellington y las fuerzas aliadas salvaron al continente de Europa de las fuerzas de Napoleón, no deberíamos bajar la guardia al ver el debilitado estado de Obama. Los Republicanos y los Demócratas conservadores deberían presionar a Obama más fuertemente. Hagamos de la reforma de salud el Waterloo de Obama.
(David Teesdale, puede ser contactado en david.evans.teesdale@gmail.com.)