por Maricela Cruz
La empobrecida Honduras con 7.4 millones de nativos todavía en casa y con 600,000 o más que viven en Estados Unidos está atrincherándose en lo que podría ser una espera prolongada mientras la nación centroamericana lucha para desatar el nudo político que la mantiene fuera de equilibrio desde el 28 de junio.
En esa fecha, los líderes militares hondureños y opositores políticos del izquierdista presidente Manuel Zelaya realizaron un golpe, arrestaron y deportaron a su cada vez más aislado líder y pusieron a Roberto Micheletti, ex colega del presidente, en el poder. Zelaya perdió puntos con muchos compatriotas por supuestamente intentar alterar la Constitución del país para que le permitiera permanecer en el poder después de que su mandato expire.
La reacción inicial internacional al golpe fue de que el gobierno democráticamente electo debiera ser restaurado rápidamente en el poder y que se le permitiera a Zelaya permanecer en el cargo hasta el término de su mandato el próximo año. Pero después de su fallido intento de volar de regreso a casa el 5 de julio y difundir las preocupaciones sobre la fuerza de su liderazgo y su amistad con Hugo Chávez de Venezuela, algunos analistas están moderando sus estimaciones.
Peter Hakim, presidente del think tank Inter-American Dialogue de Washington, D.C., ofreció su mirada general sobre la actual situación a Weekly Report: “El gobierno entrante tiene una cierta ventaja precisamente porque mantiene el poder. Mientras más tiempo se evite el regreso de Zelaya a Honduras, es menos probable que lo haga alguna vez”.
De manera comprensible, la dispersión de hondureños por Estados Unidos expresa más preocupación sobre el bienestar de sus familias que por los desórdenes políticos de la capital Tegucigalpa.
Están justamente divididos políticamente, agregó Manuel Orozco, director de remesas y desarrollo del Inter-American Dialogue.
Dijo que Miami, Nueva York, Houston y Nueva Orleans están entre las comunidades con grandes concentraciones, fijando la diáspora hondureña hacia EE.UU. en cerca de 600,000, con la mitad de ellos llegando después del Huracán Mitch en 1998.
Entre los eventos después del golpe:
- La Organización de Estados Americanos expresó su apoyo a Zelaya como el líder democráticamente electo del país. También lo hizo Naciones Unidas, que votó el 29 de junio para lograr la restauración del poder para Zelaya.
- EE.UU. recortó cierta ayuda y la Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton, favoreciendo el regreso de Zelaya, pidió al ex presidente de Costa Rica, Oscar Árias asistencia al traer la división política hacia una resolución pacífica (su primera reunión no obtuvo resultados).
- El Caucus Congresista Hispano, que consiste en casi todas las docenas extra de miembros Demócratas del organismo, emitió una declaración el 7 de julio, solicitando a ‘’Roberto Micheletti y los responsables de la destitución del Presidente Zelaya respetar la ley y restaurar el orden constitucional… la Constitución de Honduras no debe ser pasada a llevar.
“Apoyamos completamente los esfuerzos hechos por la Organización de Estados Americanos y alentamos a nuestro gobierno a tomar las medidas diplomáticas necesarias para asegurar una pacífi ca restauración del gobierno democráticamente electoen Honduras”.
La más pequeña, y totalmente Republicana Conferencia Congresista Hispana tomó una postura distinta. “En vez de comprometer esfuerzos en reponer a Zelaya en el poder, EE.UU. debería enfocarse en demostrar respeto por la Constitución de Honduras, sus instituciones democráticas y la legalidad mientras el pueblo hondureño trabaja para resolver la actual situación en su país”. Hispanic Link.