por José de la Isla
HOUSTON – La Oficina del Censo de los Estados Unidos sacó nuevas cifras sobre los hispanos y la educación universitaria este mes. Los informes de este tipo son como el chequeo médico anual que uno se hace.
Al final, conviene hacer unos pequeños cambios en el estilo de vida y una buena nutrición hará que el futuro brille mucho mejor.
De unos 12.7 millones de estudiantes universitarios en el 2007, el 11.5 por ciento de aquellos que asistían a tiempo completo a clases era latino, un salto del 10,3 por ciento contado el año anterior. Esto significa unos 1,5 millones en el 2007, comparado con 1.2 millones en el 2006.
De los 5.3 millones de estudiantes que asisten a clases a tiempo parcial, los hispanos eran 713.000, o el 13,5 por ciento.
Como un número aproximado, los hispanos son el 15 por ciento de la población nacional.
De unos 900.000 estudiantes a tiempo completo, las hispanas eran más que los hombres hispanos, siendo el 55 por ciento de graduados hispanos y el 60 por ciento de los de pos-grado.
En una era en la que la presunción sobre los índices de deserción escolar de la secundaria entre hispanos es prácticamente clisé, el vistazo que da este informe da un sobresalto. Es parte de una posible tendencia que se merece mucha más atención. Allá por el año 2002, Richard Fry del Centro Hispano Pew redactó un informe que contradijo lo que muchas personas suponían. Fry encontró grandes números de latinos matriculados en educación pos-secundaria. “En realidad”, dijo, “de acuerdo con algunas medidas, un número mayor de latinos están asistiendo a cursos universitarios que blancos no hispanos”.
En principio, ésa era buena noticia.
Pero igual que el chequeo médico, venía con su lado negativo. Muchos latinos se matriculan en universidades comunitarias (tradición de larga historia). Muchos asisten a tiempo parcial. Otros demoran o prolongan su educación universitaria hasta tener veintitantos años y más. Un número importante acaban la secundaria pero después de cursar algunos estudios universitarios, extienden su educación durante un tiempo, y nunca llegan a recibir un título universitario.
Sale poco a la luz este lado de la moneda educativa. Se pensaría que se requeriría de relativamente pocos incentivos para aumentar los números de logro educativo para latinos. No obstante, con mucha frecuencia nuestros defensores se convierten en promotores de sistemas que no funcionan cuando una simple inyección puede ayudar a que estos grandes números acaben sus cursos académicos.
Esto se relaciona con algo que Barack Obama ha de haber pensado cuando dijo el 24 de febrero, “Le pido a cada estadounidense que se comprometa a por lo menos un año o más de educación universitaria o de capacitación profesional. Esto se puede dar en una universidad comunitaria o en una universidad de cuatro años, en capacitación vocacional o como aprendiz. Pero cualsea la capacitación, cada estadounidense tendrá que ganarse más que un diploma de la secundaria”.
Lo que esto significa es lograr niveles de educación completos, no incompletos.
No obstante, siguen por allí los mismos viejos intereses promoviendo sistemas fracasados en vez de enfocarse en aquellos individuos que empezaron, pero simplemente no terminaron, el maratón.
Hay que dirigirle mucha atención a este segmento de la población que ya ha comprobado que puede competir. Estos estudiantes no acabaron por razones de necesidad económica, falta de discernimiento juvenil, u otras distracciones de la vida que hicieron que se desviaran. Grupos de abogacía hispanos nacionales y locales y sus funcionaNOTICErios deben ver la manera de innovar el volver a matricularse mediante nuevas inversiones públicas dedicadas a promover el éxito, y no subvencionar el fracaso.
Entre los alicientes por volver a presentar a los adultos (sí, muchos de los cuales ya están trabajando o comenzando a tener hijos) a los escalones de la educación deben haber enfoques que usen el Internet, los Ipod, el correo electrónico y las conferencias por vídeo.
La parte dedicada a la educación de los $787 mil millones del estímulo debería volver a atraer a los que no terminaron sus estudios universitarios. Son ellos los que están más al alcance, cual fruta madura.
Ya se ha gastado fondos públicos como cuotas iniciales sobre su educación. Es hora de alentarlos y que el sistema acabe la labor empezada.
Las partes en declive del establecimiento educativo que saca a empujones al estudiante y culpa al que aprende – pues, a ellos no hay que darles nada del dinero.
Digámosle a la administración que eso lo pongan en su sitio web para la transparencia. Ésa es un nutrición sana con la que todos pueden estar a gusto. Hispanic Link.
[El Reportero Edwin Mora asistió con la investigación y preparación de esta columna. José de la Isla es autor de The Rise of Hispanic Political Power (Archer Books, 2003). Redacta una columna semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com). © 2009