Texto y fotografia por Luis Alonso Muñoz
Lo que queda de una de las civilizaciones más antigua del continente americano podría desaparacer si los encargados de proteger estos tesoros no actúan de inmediato.
La civilización Maya es la cultura más sofisticada en la historia del continente americano. Son los inventores del símbolo matemático del ser o no ser, con el poder de crear el infinito de la nada y del infinito retornar a la nada: el cero.
Cuentan con el calendario más perfecto que no tiene comparación alguna en la historia de la humanidad. Su literature, el Popol Vuh, el libro del Pueblo, es su máxima expression.
Su pintura, incluyendo murales y escultura, poséen una diversidad de estilos y técnicas, como la calavera de cristal, que es casi una fantasía, un sueño por la perfección de su acabado que hasta hoy no se tiene idea de como fue elaborada. Su arquitectura exquisita es única en su diseño. Este maravilloso tesoro cultural legado a la humanidad, se pierde por la irresponsabilidad de los gobiernos para quienes la protección de la UNESCO y la ayuda de otros países para preservar este invaluable patrimonio se canaliza en otra dirección.
Los arqueologos de diversas universidades y países han saqueado todo lo que encuentran en las excavaciones, dejando solamente el esqueleto arquitectónico, y con frecuencia los trabajos inconclusos.
Los magníficos y bellisimos objetos encontrados están ocultos al mundo en los sótanos de las universidades de muchos países, o en colecciones privadas de colectores que han tenido y tienen el consentimiento de los gobiernos carentes de la responsabilidad con la riqueza ancestral, la cual no puede estar de venta o bajo cualquier tipo de convenio.
En El Salvador, en Joyas de Cerén, se encontraron vasijas de barro con esqueletos doblados en su interior y, ¿donde están?
En las pirámides de Tazumal, Chalchuapa, el cadáver de un sacerdote encontrado con piezas de jade, ¿donde están? Al preguntar a los empleados por estos objetos, muestran no tiener la menor idea de que alguna vez existieron. Su respuesta es una encogida de hombros y una mirada vaga porque no pueden dar una explicación, pues ignoran sus raíces culturales. Y si les preguntan en inglés o francé, la situación es caótica para el turista. Los 3 dólares que cobran por entrada, no permiten pagar empleados mejor capacitados, y el colmo es que si los turistas preguntan por un folleto o una hoja suelta que les permita tener una descripción de las ruinas, los empleados dicen que las están haciendo.
Guatemala no es diferente, ahí la historia se repite. Por ejemplo, las pirámides principales en Tikal estaban blancas hace 20 años, y ahora están negras, cubiertas de musgo y probablemente con hongos, mientras los escalones porosos están desmoronándose por pedazos, irremediablemente hacia su destrucción final.
Guatemala y El Salvador no capitalisan la industria turística, mas bien no la conocen, ya que no les importa perder anualmente cientos de millones de dólares. Se conforman con las contribuciones que reciben de instituciones, las que en su mayor porcentaje no se emplean en el mantenimiento de las ruinas.
(Luis Alonzo Muñoz, es un pintor, escritor con residencia en San Francisco California).