viernes, noviembre 22, 2024
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La visión de un hablador para un naufragio linguístico

por José de la Isla

HOUSTON – Newt Gingrich tiene sólo 64 años, pero ya le aflige el fallo de la memoria. De manera conveniente, se ha olvidado de su propio pasado.

Al dirigirse a la National Federation of Republican Women, en Washington, D.C., el 31 de marzo del presente, el posible aspirante a la candidatura presidencial del partido republicano declaró que las clases de educación bilingüe les enseñan a los estudiantes “la lengua de los que viven en un ghetto”. Hay que eliminarlas, insistió, al igual que las papeletas de voto en lenguas que no sean el inglés.

La promoción del bilingüismo – el que alguna vez describió como “un peligro a la composición de nuestra nación” – no se debe permitir nunca con fondos del gobierno.

Pero, esperemos un minuto.

¿Acaso es éste el mismo Newt Gingrich quien, en 1998, envió con fondos de gobierno una proclamación en español en celebración del día de fiesta mexicano, el Cinco de Mayo? ¿La misma proclamación que nos tuvo a los aficionados de la política muertos de risa?

Bajo la firma de Newt se encontraba su título, El Hablador de la Casa.

La traducción correcta de su título de entonces era “Presidente de la Cámara de Representantes”.

De manera también muy extraña, la proclamación enfocó con parabienes a dos colegas cubano-americanos (no a mexicano-americanos, para quienes la celebración es más apta, por razones de herencia cultural). Por lo visto, la herencia nacional y los orígenes no tienen importancia alguna para el entonces presidente de la Cámara. Como analogía se podría decir, “Ah, sí. Ella es danesa, o griega. ¿Qué diferencia hay? Todos son europeos”.

No todos los hispanos son copia fiel el uno del otro. Gingrich tendrá que hacerse mucho más instruido en temas de cultura si tiene más aspiraciones políticas.

De un tiempo a esta parte, ha venido dando indirectas sobre su posible candidatura a la presidencia en el 2008 si no surge para el 3 de septiembre ningún candidato republicano viable. Por ende, es pronto para saber si la purificación lingüística sería un punto central de su campaña.

Lo que se está revelando, no obstante, es que es líder entre las filas de nativistas temerosos a quienes les cuesta aceptar al mundo tal como es.

De manera específica, Gingrich le dijo a su público afanoso de 100 personas que, “Debemos reemplazar a la educación bilingüe con clases de inmersión de inglés para que la gente aprenda la lengua en común del país, y aprenda la lengua de la prosperidad, no la lengua de los que viven en un ghetto”.

¿Significa esto que se opone a la iniciativa lingüística para la seguridad nacional del presidente Bush para el Departamento de Estado? (National Security Language Initiative). La iniciativa ofrece capacitación en lenguas críticas a los estudiantes de los EE.UU desde el kinder hasta la universidad, lenguas como el árabe, el chino, el ruso, el hindi y el farsi.

Hay al menos 47 millones de residentes de los Estados Unidos que hablan una lengua además del inglés en casa, de los cuales, 14,6 millones son de edad escolar. Esta diversidad nos provee con una base lingüística. Es una ventaja para la seguridad nacional, la economía y la diplomacia, cada vez más importante.

James Crawford, del Institute of Language and Education Policy, lo explica sin rodeos, “¿Por qué limitaría sus horizontes ninguna nación a una sola lengua cuando la economía global premia a los que saben atender a la diversidad? ¿Por qué optar por el aislamiento de otras culturas en una época de transformación?

No nos hagamos los tontos. La referencia de Gingrich no trata de cuestiones de lenguas. Es un manotazo al español (la contraseña es “bilingüe”), a los inmigrantes y a cualquier programa de apoyo para es motor económico nacional.

Es muy posible que Gingrich sea reflejo de otra grieta en la fundación del partido republicano, la cual podría rendirlo caduco más adelante. Su habladuría sobre la educación bilingüe no será su tema de políticas más importante, pero sí es el que más revela el naufragio que propone.

Lo que es más, lo que intenta en convertir a los colegiales y recién llegados que quieren formar parte de nuestra composición nacional en maleantes y víctimas.

¿Dónde está el “estado de oportunidad” por el que habló tan famosamente Gingrich en los años noventa, cuando era el arquitecto del “Contrato con América”?

Se tiró por la borda, según el Hablador de la Casa.

[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003) redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]

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