por Antonio Mejías-Rentas
Primera parte de una seria de dos.
(Tras varios años haciendo giras por Estados Unidos con su colección en expansión de arte chicano, el actor Richard “Cheech” Marín habló con el editor de espectáculos de Hispanic Link News Service, Antonio Mejías-Rentas sobre sus planes ‘de salir internacionalmente con estos pintores de clase mundial’. Recientemente reunió las obras de su colección para la exhibición “Los Angelenos/Pintores Chicanos de L.A.”, en el Museo de Arte del Condado de Los Ángeles. Sigue en pie hasta el 2 de noviembre).
Mejías-Rentas: ¿Cómo comenzó su colección?
Marín: Toda mi vida he sido coleccionista de todo, mármoles o cubiertas de cajas de fósforos, tarjetas de béisbol, zapatillas, quien sabe que… He tenido esta manía desde que era un niño. Desde una edad muy temprana, he estado interesado en el arte porque no podría hacerlo. No podía dibujar una figura, pero me encantaba.
Al ser criado católico, uno está expuesto al arte litúrgico todo el tiempo. Siempre amé esas cosas en los muros. A los 11 ó 12 años, comencé a ir a la biblioteca y sacar libros de arte. Así fue como mantuve mi auto-educación a través de mi vida, y llegué al punto donde había juntado algo de dinero para gastar en arte porque me iba bien en el mundo del espectáculo.
A mediados de los ‘80s me di cuenta de que la brecha en mis conocimientos artísticos era el arte contemporáneo, entonces fui a las galerías en la parte Oeste de Los Ángeles. Ahí descubrí a los pintores chicanos. Lo que realmente me resonaba era la imaginería, a con la que podía relacionarme totalmente. Reconocí el hecho de que eran pintores de clase mundial porque había visto buena pintura toda mi vida. No era arte folklórico. Estos tipos verdaderamente lo lograban.
Mi compulsion obsesiva hacia la colección se lanzó y no pude detenerla. Lo que vi fue la historia de una cultura que estaba siendo contada. Luego de un tiempo teoricé de que había una escuela chicana de pintura y lo que unía esta escuela no era que pintaran de la misma manera, sino que la experiencia de ser chicano estaba siendo contada desde distintos puntos de vista. Todos estos puntos de vista, al ser unidos, formaban la esencia de la experiencia chicana.
¿Quiénes fueron los primeros artistas chicanos que buscó?
Comencé con los que ya había escuchado, pero uno que realmente llamó mi atención fue Carlos Almaraz. (Almaraz murió en 1989 a los 48 años de causas relacionadas por el SIDA). Vi sus pinturas y pensé, “Este gato es profundo”.
Para mí, Carlos Almaraz era el John Coltrane del arte chicano. Era extremadamente educado, muy sofisticado, había viajado, había ido a China y Cuba y trajo todas estas visiones del mundo de vuelta y comenzó a trabajar para César Chávez y United Farm Workers, comenzando a ser un pintor que firma.
Entonces la pintura chicana [comenzó como] un movimiento político, el arma visual del movimiento de derechos civiles chicanos, y no fue clasificado como arte fino. [Estábamos] desarrollando a artistas finos, pero eran sacados de los museos, ghettoizados.
A mediados de los 80s yo estaba coleccionando fuertemente, vivía en Nueva York, mientras hacía una película ahí y me relacionaba con artistas como Julian Schnabel o Keith Herring. Vi su arte y ellos estaban viviendo en los Hamptons, exhibiendo en Basel, y los chicanos no tenían nada. Y eran mejores pintores. Vi una inegalidad y decidí usar mi celebridad para enfocarlos. Para darles algo de espacio.
¿Cuán grande es la colección ahora?
Unas 400 piezas, tal vez 150 a 200 pinturas. El resto son obras en papel y otros medios.
Y se ha visto por todo el país.
Este evento que monté, Chicano Visions, tuvo 13 paradas en cinco años. Rompimos records en cada parada debido al involucramiento de Norteamérica corporativa.
¿Logró lo que quería, darles espacio?
Mi propósito era, 99 por ciento del país no sabe lo que es un chicano, aparte el arte chicano. Quería proclamar que el arte chicano era un arte principal.
Ahora el argumento ya no es “¿Hay una escuela chicana de arte?”, sino “¿Dónde entra? ¿Hay un período post-chicano?”
Mi visión es que estamos en la etapa prenatal del arte chicano. Estamos en la mayor ola de inmigración en la historia de la nación, sobre todo desde México. Está en casi todos los estados y casi 89 por ciento tiene menos de 25 años. Es la edad principal para tener hijos.