by Tyler Durden
Sometido por Mac Slavo via SHTFPlan.com
No sólo es que Donald Trump meta rutinariamente su nariz en el establishment, insulte a figuras de los medios que considera injustas y sacuda la sabiduría popular.
Es que el Presidente electo Trump está desafiando la voluntad del estado profundo, de la compleja base industrial militar del poder último en los Estados Unidos. Éste es el motivo por el cual está moviendo aguas peligrosas, y corre el riesgo del destino de JFK.
Públicamente, Trump desafía las aseveraciones de la comunidad de la inteligencia sobre el hackeo ruso; ellos contraatacaron con un expediente elaborado sobre el episodio de la supuesta “lluvia dorada” Trump-Putin.
Mientras eso puede ser una tonta mentira, también puede servir de advertencia final de que ellos tienen en realidad el guión, no él.
Quizá quieren que Trump se sienta chantajeado y controlado aludiendo a la suciedad falsa, al recordarle la real suciedad que entrañan sus actividades (cualesquiera que sean).
Al insultar la credibilidad de la comunidad de la inteligencia de manera pública –como el hombre elegido para el cargo más alto en la tierra–, es susceptible de arrugar algunas plumas, y eso puede provocar una respuesta seria.
Trump conoce el poder de la gente que está burlando, pero tal vez no se dé cuenta de dónde está la línea entre jugar con la retórica política y realmente irritar y destronar a quienes controlan la política.
Ha habido mucho mal comportamiento de Trump del que se puede escribir con simpleza, o trivializar, pero reparar en la guerra y la narrativa gubernamental del gobierno oculto que dirige este estado profundo es una desviación que va demasiado lejos.
Una cosa es desempeñar el papel de capitán, y otra imaginar que diriges el barco. Ellos están felices de que Trump tome todo el prestigio y los privilegios de la oficina; pero que no se meta en el gran negocio de los conflictos exteriores, el trasfondo de todos los asuntos norteamericanos, los pactos de muerte, drogas, petróleo y armas, y el control de la gente mediante la manipulación de estos asuntos.
Si el Presidente Trump lleva demasiado lejos su solitario populismo, sufrirá la rabia de las mismas gentes que eliminaron a Kennedy… hay algunas cosas que no toleran quienes están realmente en el cargo.
Y ahora los líderes del Senado advierten al Presidente electo Trump sobre la estupidez de ir en contra del establishment de seguridad nacional.
Como lo advierte Jacob G. Hornberger:
En un verdadero acto de honestidad y candor respecto del establishment de seguridad nacional, el nuevo líder de minoría del Senado Charles Schumer ha acusado al Presidente electo Trump de “ser realmente un tonto”… por cuestionar las conclusiones de la CIA respecto a Rusia”.
“Permítanme decir que si cualquiera osa enfrentarse a la comunidad de la inteligencia, ésta tiene una semana para ir tras usted… En realidad, sería un tonto si lo hiciera.”
[…]
Ningún presidente desde John F. Kennedy ha osado retar a la CIA o al resto del establishment de seguridad nacional […] Ellos sabían que si se oponían al establishment de seguridad nacional a un nivel fundamental, serían objeto de represalias.
Kennedy… Después de Bahía de Cochinos prometió desgarrar a la CIA en mil pedazos y esparcirlos por los vientos. También se opuso al Director de la CIA Allen Dulles, quien, en un inusual acto de fe, más tarde sería nombrado por la Comisión Warren para investigar el asesinato de Kennedy.
La antipatía de Kennedy hacia la CIA se extendió gradualmente a lo que el Presidente Eisenhower ha llamado el complejo industrial-militar, especialmente cuando éste propuso la Operación Northwoods, la cual promovió fraudulentos ataques terroristas que sirvieron de pretexto para invadir Cuba, y sugirió que Kennedy iniciaba un ataque nuclear sorpresa en la Unión Soviética.
[…]
Lo peor de todo, desde el punto de vista del establishment de seguridad nacional: [Kennedy] inició negociaciones secretas personales con el Premier Soviético Nikita Khrushchev y el líder cubano Fidel Castro, quienes, en ese tiempo, estaban en la misma mira que Kennedy.
[…]
Kennedy era plenamente consciente del peligro que enfrentaba al tomar tan formidable enemigo.
Y en la medida que el Presidente Kennedy sirvió conscientemente al sistema, pagó el precio de su intento de empuñar en forma independiente el poder de la Oficina Oval.
Es un pensamiento escalofriante. Una nítida lección de la historia que no debe ser malinterpretada.
Las implicaciones para Trump son claras. Si su rechazo a tomar informes de inteligencia, o de seguir el consejo de la CIA, es serio, entonces tendrá graves consecuencias. Si Trump es serio sobre la paz con Putin cuando ellos insisten en la guerra, ahí habrá un problema.
Hay algunos poderes detrás del trono que han querido asegurar que los presidentes no permitan que el poder vaya a sus cabezas, o trate de cambiar el curso del cuidadosamente armado paradigma de crisis-reacción-solución.
La verdadera paz no es buena para el negocio del complejo industrial militar; la verdadera paz, sin la persistencia de amenazas graves, y llena de chispas de caos que las respalden, no puede ser tolerada.
Como las cosas han progresado hoy en día, los llamados de amistad con Putin y el descartar la guerra con Rusia pueden ser simplemente impermisibles. Si Trump intenta negociar su propia paz –y cantar junto con Frank Sinatra “My Way” en la inauguración–, entonces él está por un rudo despertar.
Si, por otro lado, la carta Trump es jugada por este mismo establishment, entonces las cosas pueden desarrollarse según los mismos objetivos finales, aunque a través de un camino de estilo de “carta salvaje” tras el ego del Presidente Trump.
Con Goldman Sachs y los neoconservadores en esta administración, Trump puede ser simplemente empujado en la dirección correcta. Pero la comunidad de la inteligencia no ha querido aprovechar muchas oportunidades –y existen claras contingencias al respecto.
Como lo ha reportado SHTF, la continuidad del gobierno “el Día del Juicio” se mostró mediante aviones de comando y control que fueron mostrados después de la elección como un espectáculo público del poder de Trump y del pueblo norteamericano. El gobierno oculto es real y, por ahora, mantiene su dominio.