por David Bacon
En primera persona
Como freelancers, sabemos que realizamos el trabajo. Y como la forma en que trabajamos es lo que nos define, es también la raíz de muchos de nuestros problemas.
Brindamos el contenido, pero debido a que no tenemos una relación tradicional empleador-empleado con las publicaciones que muestran nuestros artículos o fotografías, carecemos de cheques regulares de pago.
Algunos de nosotros solíamos ser redactores o fotógrafos o artistas gráficos en equipo. Quizá nos tocó una compra, o un recorte y fuimos despedidos. Otros de nosotros estamos tan sólo comenzando nuestras carreras como nativos digitales, y nunca tuvimos la oportunidad de trabajar en equipo.
Siempre tuvimos que vender lo que producimos, artículo por artículo, foto tras foto, dibujo tras dibujo. Y en algunas publicaciones, tenemos que preguntar si usamos nuestras propias palabras o imágenes porque somos forzados a renunciar a todas nuestras demandas de copyright para trabajar.
Muchos de nosotros también estamos viviendo sin paracaídas.
En países peligrosos, los freelancers tienen que sobrevivir sin las cuentas de gastos y protecciones otorgadas a los corresponsales extranjeros y foto-periodistas que son parte del equipo. Según el Comité de Protección a los Periodistas, los freelancers constituyen 17 por ciento del total de periodistas asesinados en el mundo desde 1992. En 2015, más de 25 por ciento del total de periodistas presos eran freelancers, y al menos seis freelancers han “desaparecido” desde 2004.
Para muchos de nosotros, esa falta de apoyo es evidente de muchas formas. Ningún empleador singular toma responsabilidad de nuestros servicios de salud, ni brinda un ingreso consistente que pueda pagar la renta. Está en nosotros juntar suficiente trabajo para sobrevivir.
Es como vivir en la montaña rusa: nuestro ingreso varía ampliamente, y constantemente tenemos que buscar a un nuevo editor que compre nuestras fotos o noticias.
Esto da a los guardianes en nuestras vidas una gran cantidad de energía. Sobrevivimos a través de relaciones personales, y si éstas se amargan entramos en problemas. De repente somos demasiado viejos, no del color o género correctos, o sólo no suficientemente amigables o humildes –y la puerta se cierra–. Y vamos por la calle digital en busca de otro comprador de nuestras habilidades y productos.
Debido a que como individuos lidiamos con gente que nos paga, en realidad no tenemos poder en esa situación. La prueba está en las tasas que nos pagan.
Dólares y centavos
En la era pre-digital, un artículo impreso podía costar $1,000 –un mes de renta en esos días– y una asignación de foto podía ser pagada igual. Ahora las asignaciones impresas están desapareciendo, junto con las publicaciones impresas mismas. Eso nos deja en la red, y las tarifas son sólo una fracción de lo que solíamos ganar.
Cien o doscientos dólares por artículo, o incluso menos por una foto, paga alrededor de un día o dos de renta a la tasa del mercado en San Francisco. Eso significa hacinar a tres o cuatro personas en apartamentos de dos recámaras, o tener un compañero con un buen trabajo. Nosotros mismos tomamos otros trabajos para sobrevivir.
El resultado final es que la mayoría de nosotros no podemos vivir de lo que hacemos.
Así que si todo ello se debe a nuestra falta de poder en las relaciones económicas –negociando como individuos con los medios que usan lo que producimos– la cuestión es ésta: ¿Podemos unirnos? Después de todo, también para los de equipo es la misma cuestión.
Sin la habilidad de actuar juntos, no podemos cambiar nada.
Para los freelancers especialmente, unirse significa sobrepasar serios obstáculos. Para empezar, incluso en el caso que se nos dé un contrato (y la mayoría trabajamos con un apretón de manos o un acuerdo verbal), lo primero que se dice es que somos contratistas independientes, no empleados.
Si atendemos a la historia del Gremio de los Periódicos, podemos observar que también podía ser así para los empleados directos. Por eso se organizaron, con el riesgo de perder sus trabajos o entrar en la lista negra. En esos primeros días, los editores decían que los reporteros y fotógrafos nunca serían capaces de estar juntos, y, si lo hacían, los grandes periódicos nunca iban a sentarse a cambiar los salarios y las condiciones.
Hoy en día, los editores aún dicen eso. Eso es lo que nuestros miembros escucharon en Contra Costa Times, por ejemplo, cuando se unieron por primera vez al sindicato. Ellos persistieron a pesar de las amenazas y predicciones, y hoy tienen un contrato.
Que tengamos hoy un sindicato prueba que nuestros predecesores en el sindicato estaban bien y los editores estaban equivocados.
Mayor que la suma
Si podemos alcanzar una forma de unirnos como freelancers, ningún periódico que diga que somos contratistas independientes, y ningún abogado de alto costo que diga que estamos excluidos de la negociación, podrá detenernos. Después de todo, las compañías para las que trabajamos necesitan lo que producimos. Necesitan nuestro contenido para llenar esas páginas vacías, ya sea en papel o en la red.
¿Qué podríamos ganar como sindicato que de otra manera no podríamos conseguir?
Podríamos elevar las tarifas. Muchos de nosotros hemos hablado de hacer un nuevo estándar de $1 por palabra para nuestra industria. Por una foto, pueden ser $100 por imagen. Éstas son sólo ideas –necesitamos hablar sobre tarifas y ponernos de acuerdo en por qué luchar.
Necesitamos una forma de quejarnos efectivamente de maltrato o discriminación. Esto puede significar ayuda para que nos paguen si nos estafan, o apoyo si no somos tratados justamente.
Ya hemos sido capaces de negociar mejor seguro dental y de la visión de lo que hubiéramos logrado como individuos, a través del Gremio de Trabajadores de Medios del Pacífico. Los miembros freelancers también tienen acceso a pases de prensa.
Eso es un comienzo.
Si somos capaces de lograr acuerdos colectivos para los freelancers, podemos conseguir que los editores tomen responsabilidad por un mejor servicio de salud. Y como todos queremos dejar de trabajar en algún momento, debemos ser capaces de negociar un modesto plan de retiro.
Nuestro sindicato brinda programas de entrenamiento para estudiantes de periodismo, y cursos gratuitos de capacitación para sus miembros.
Con frecuencia, estamos en confrontación con otros como freelancers. Esto crea una atmósfera insana en que competimos entre nosotros.
En cambio, necesitamos ver que estamos juntos en esto.
Encontremos en los demás la fuerza para mejorar nuestras vidas.
(Guild Freelancers, A Unit of the Pacific Media Workers Guild, CWA Local 94521.)