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Una nota personal de Bill Richadson

­por José de la Isla

José de la IslaJosé de la Isla

HOUSTON – El viernes, 21 de marzo, a las dos de la mañana, el gobernador Bill Richardson les mandó a los que lo apoyaron durante su campaña presidencial un correo electrónico que se anunciaba con “Una nota personal”.

Para la tercera frase, Richardson les dijo, “Quería decirles que, tras cuidadosas y consideradas deliberaciones, he tomado la decisión de respaldar a Barack Obama para presidente”.

En la cuarta frase, reconoció, “El cariño y la admiración que le tengo a Hillary Clinton y el presidente Bill Clinton”. A continuación fue directo al grano de su mensaje.

Refiriéndose al discurso que dio Barack Obama en Filadelfia a comienzos de la semana, “Nos pidió que superáramos nuestro pasado de divisiones raciales, y aprovecháramos la oportunidad de llevar adelante el trabajo de tantos patriotas de todas las razas, quienes lucharon y murieron por unirnos a todos”.

Quién se hubiera imaginado – dada la manera en que los comentaristas se han explayado sobre las quejas y los resentimientos negros y blancos – que se diera tan abrupta y definitivamente un nuevo paradigma.

La razón podrá ser por lo que tantos comentaristas han establecido su reputación con observar la fricción social en vez de comentar sobre sus consecuencias respecto al sistema político y nuestra vida como nación.

Pero sí lo entendieron los estadounidenses, al juzgar los sondeos de opinión que miden la reacción pública al discurso. No obstante, el aprieto candente de resentimiento blanco contra furia negra, como cháchara, habría continuado si Bill Richardson no se hubiera declarado.

Haciendo una evaluación realista de este momento en la historia, tendríamos que ser concientes que en aquellas horas cruciales después del discurso histórico de Obama, la nación se volvió a escurrir a la regresión mental de los años 1970. Casi todo lo que se dijo fue sobre lo negro y lo blanco de nuevo, como si la aguja del tocadiscos rayara una y otra vez sin parar sobre el mismo long-play.

Esa nación ya no existe más. La nueva nación tiene color. Tiene a muchas personas de muchos lugares que hablan muchas lenguas. Muchos de ellos son hispanos.

La etiqueta de “una talla para todos” ya no está de moda, es poco apropiada y no va con los tiempos.

El volver a traer a colación el sermón inflamatorio de Jeremiah Wright en el 2001 resucitó viejas heridas y penas – tal vez algunas ya sin solución – pero que sólo sirve para perjudicar la candidatura de Obama con la presunción de culpa por asociación.

Lo que pasó, sin embargo, fue que Obama hizo lo que a ejércitos enteros de comentaristas de los medios se les paga por hacer.

El discurso de Obama en Filadelfia el 18 de marzo explicó y retó al público a alzarse por encima de las palabras y establecer una norma nueva y más alta para la tolerancia, el comportamiento y la responsabilidad.

Sin disfrutar de conocimiento histórico, los conocedores mediáticos lo asemejaron al discurso de Martin Luther King, “I have a dream” (Tengo un sueño). Pero no fue así; no iba en busca de una visión. Fue un discurso político que sentaba una nueva norma política de nivel más alto. Sobre esto fue que Bill Richardson se declaró.

En Portland Bill Richardson dijo que Obama “nos habló como adultos”.

Agregó, “Nos pidió sopesar nuestro pasado de divisiones raciales, alzarnos sobre ello, y aprovechar la oportunidad de llevar adelante la labor de muchos patriotas de todas las razas, quienes han luchado y muerto por unirnos a todos”.

Para Obama, dijo Richardson, “el cinismo no es el realismo, y la esperanza no es ningún disparate”.

Lo que hace notable las palabras de Richardson es cómo sacó una verdad elemental – “Como hispano, a mí me tocaron particularmente sus palabras”. Esto lo unió con lo que todos sabemos.

“Me ha molestado el que se haga demonios de los inmigrantes” y el aumento en los delitos por motivos del odio contra los hispanos. Richardson, como Obama, consignó como el verdadero demonio las políticas económicas divisorias.

Richardson dijo que Obama “ha iniciado una discusión” que rechaza la política de oponer a una raza contra la otra. La interpretación de esta frase es poner un alto a los pasos hacia atrás que da la nación y establecer un nuevo mapa con normas altas de conducta.

¿Por qué? Porque esta nación ya no es una nación blanca y negra. Si esto no lo ves o no lo entiendes, no estás en nada.

Obama abrió un camino hacia una nueva norma, y Richardson rápidamente lo tomó, para que otros lo siguieran.

Hay un refrán que dice que a la gente se le entiende por las palabras que no se pueden traducir. “Éste es un hombre que nos entiende y nos va a respetar”, dijo Richardson en español al dar su respaldo a Obama. Sus palabras contienen un tono, un sentimiento que simplemente no se pueden traducir.

[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]. © 2008

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