by José de la Isla
(Primera entrega de un comentario de dos partes)
HOUSTON – Hace veintiún años, en 1986, el primer ministro del Japón, Yasuhiro Nakasone, dijo que su país se había “convertido en una nación bastante inteligente, mucho más que los Estados Unidos”.
Entonces le prendió dinamita a la presunción con añadir, “En América hay bastantes negros, puertorriqueños y mexicanos. Como promedio, [el nivel] es en extremo bajo”.
Por supuesto que los miembros del Congreso africano-americanos e hispanos criticaron tan ignorante comentario. No obstante, el primer ministro metió la pata de nuevo al decir que los Estados Unidos no podía “tener éxito en la educación y en otras áreas por lo que es una sociedad multi-racial”. Llovieron las críticas.
Al final, Nakasone emitió una especie de disculpa, diciendo que creía que el “dinamismo” de los Estados Unidos provenía de su diversidad.
En 1986, la competencia global acelerada con base en el libre comercio no existía, prácticamente. Y la maldicha aseveración de Japón, fue alarma que salió al revés, como si tratara de la diversidad étnica estadounidense.
La metida de pata inicial confundió causa y efecto. De ninguna manera fue responsable nuestra diversidad nacional por el fracaso de las escuelas públicas y la sociedad. Pero hoy vuelve a amenazar esta inferencia.
Un nuevo informe del Educational Testing Service (ETS — servicio de evaluación educativa), al hacer referencia a la inmigración
y a la demográfica, “America’s Perfect Storm: Three Forces Changing Our Nation’s Future” (“La tormenta perfecta de los EE.UU.: Tres fuerzas que cambian el futuro de nuestra nación”), indica que está surgiendo una fuerza laboral con menos preparación académica en los EE.UU., lo cual surtirá consecuencias económicas importantes para el 2030.
El punto más alto de nuestros índices de graduación de escuela secundaria, 77 por ciento, fue en 1969. Cayeron al 70 por ciento en 1995, el nivel actual. De 21 países avanzados, los Estados Unidos es el número 16 en términos de población que se gradúa de la secundaria. Esto significa que, mientras la administración de Bush habla de canalizar a todos los graduados de la secundaria hacia títulos universitarios de dos años como mínimo, en proporción, hay menos egresados calificados que en 1969.
En aquel entonces, las personas con título universitario tenían, como promedio, 51 por ciento más ingresos que las personas que tenían sólo un diploma de secundaria. Para el 2004, la diferencia aumentó a 96 por ciento. Es claro que para tener éxito económico, es importante tener un título universitario.
En los veinte años entre 1984 y 2004, los resultados de exámenes en lectura para estudiantes entre los 13 y los 17 años no han cambiado. Si bien han mejorado mínimamente resultados en matemáticas para los tres grupos étnicos/raciales más grandes – negros, blancos y la emergente población de jóvenes hispanos – no se ha visto mucho progreso en reducir la brecha amplia entre los hispanos y los blancos, ni entre los negros y los blancos.
“Cambios demográficos” es un temor que expresa el informe “Perfect Storm” del ETS, metáfora derivada del título del libro y de la película con el mismo nombre. Entre hoy y el 2015, el Buró del Censo indica que la migración internacional será la responsable de la mitad del crecimiento poblacional de nuestra nación. Para el 2030, se anticipa que los hispanos serán el 20 por ciento de la población nacional. Por ende, el ETS proyecta un declive en la posición económica de los Estados Unidos, atribuible a los hispanos.
El presidente de ETS, Kurt Landgraf, nos advierte que lo que contribuirá serán las destrezas académicas inadecuadas y la oleada de jubilaciones de la generación nacida entre 1942 y 1964.
Pero lo que en realidad estamos viendo es cómo el establecimiento educativo transforma la discusión de reforma a culpabilidad. Se está recogiendo datos de una manera que lo haga parecer repentinamente, sin que nadie se diera cuenta, que los Estados Unidos se volvió demasiado diverso en términos étnicos (mayormente hispano).
El informe del ETS puede resultar ser un documento peligroso. Desvía la atención de donde debe dirigirse. El problema que hay que atender es la reestructuración del establecimiento educativo y el hacer inversiones prudentes, donde se necesitan.
Pero no- lo que nos están dando es – ya se sabe – “¡Socorro! Llegan los hispanos”.
En ese sentido, al informe del ETS le falta sofisticación, así como a Nakasone le faltaba hace dos décadas.
Tal vez toque ya volver a evaluar lo destructiva que fue la lógica del primer ministro, recordando que resultó en la dimisión del ministro de educación del Japón.
A continuación: los verdaderos culpables. [José de la Isla, quien ha sido educador, escribe sobre temas sociales para Hispanic Link News Service. Es autor de The Rise of Hispanic Political Power (Archer Books). Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].