por José de la Isla
MIAMI BEACH – La Senadora de los Estados Unidos, Hillary Clinton, ve el factor humano como el primordial para enfrentar temas de comercio hemisférico e inmigración.
Durante una entrevista de exclusiva con el presente corresponsal la mañana siguiente a su participación en el debate de los pre-candidatos a la primaria del partido demócrata que patrocinó Univisión y que se realizó aquí, Clinton aprovechó la oportunidad para explayarse sobre estos dos temas de gran interés para los 49 millones de hispanos estadounidenses y los casi 400 millones más hispanos en unos 24 países al sur de nuestra frontera.
La noche anterior Clinton había compartido el estrado con seis más aspirantes a la nominación del partido demócrata frente a un público televidente de 4,6 millones de personas.
Clinton, quien lleva la ventaja en la contienda, me expresó su perspectiva que el momento de mayor importancia del evento fue “el hecho que hubiera ocurrido” del todo. Fue primera vez en la historia de los EE.UU. que los candidatos más importantes se presentaran frente a un público nacional mayormente latino para debatir los temas del día.
Sigue sin resolverse la cuestión de un evento similar para los republicanos.Sólo el senador John McCain ha aceptado la invitación de Univisión hasta el momento.
Lo que me enfatizó en particular Clinton fue la necesidad de abordar el hemisferio de manera que afecte a todas las personas y comunidades. Los temas de comercio, por ejemplo, tendrían que ver con las ventajas que surte para los trabajadores y sus familias, tanto en el extranjero como aquí en los Estados Unidos. Observó que si bien muchos de los adinerados en algunas regiones de Latinoamérica se han beneficiado, las reformas comerciales no han llegado aún a los menos privilegiados con un impacto significativo. Claramente, no ha sido lo suficiente como para detener la inmigración ilegal a los Estados Unidos.
Al preguntarle si este país tendría que prestar seria atención a los intereses de sus vecinos latinoamericanos, Clinton respondió que no desaparece la necesidad de cooperación hemisférica.
Los diálogos “no suben ni bajan”, elaboró; tendrían que perdurar. Clinton se refirió a sus viajes por Latinoamérica y su conocimiento de los muchos asuntos que atañen la región.En particular, hizo mención de las economías regionales, la energía, el medio ambiente, la salud, la pobreza y la democracia como sectores esenciales de abordar con países en América Latina.
Traje a colación nuestra relación con el presidente de México, Felipe Calderón, quien ha encabezado una confrontación agresiva de la policía y la fuerza armada con los narcotrafi cantes. Ha emitido declaraciones recientemente que convocan a los Estados Unidos a que haga más por limitar la demanda de las drogas ilegales.
Expresando comprensión de los esfuerzos de Calderón, Clinton concordó en que los Estados Unidos tendría que hacer más por orientar a los que usan drogas a centros de tratamiento, y por aumentar sus esfuerzos por recortar la incidencia de crímenes.
Advirtió, sin embargo, que el mismo México debe restaurar el orden público y tomar sus propias medidas por limitar la narco-corrupción entre la policía y otros grupos. Las dos naciones deben asociarse para desarrollar un enfoque comprensivo, indicó.
Los lazos ofi ciales que vinculan a Canadá, México y los EE.UU. – los tres países del Tratado de Libre Comercio Norteamericano – funcionarían mejor con “comités permanentes” de participación continua que funcionaran de manera “más inteligente” y que sus diálogos enfrentaran con mayor rapidez los temas y las inquietudes en la medida en que surgieran.
“Todas las buenas ideas”, enfatizó, “no empiezan (sólo) en los Estados Unidos”.
Dijo que una manera de ponerse inteligente sobre el comercio es de aplicar una norma estricta y medir el TLC de acuerdo al progreso que rinde en mejorar las vidas de los trabajadores. Las reformas que no lleguen a la clase media ni a los pobres exacerban los problemas migratorios. Clinton consistentemente ha estado a favor de la reforma comprensiva del sistema de inmigración.
En particular, me dijo, el perfil cambiante de esta nación, con una población latina que se acerca a los 50 millones, es un refl ejo sobre cómo “América se vuelve a inventar constantemente”, agregando el frecuentemente repetido refrán, “Somos una nación de inmigrantes”.
Se dirigió a la reciente ola de demagogia y vilifi ación de los inmigrantes que ha creado una disonancia pública, atribuyendo mucho del actual sentido de culpar al inmigrante al hecho que muchos en este país son susceptibles a la demagogia “por lo que los estadounidenses no perciben que están progresando”.
A pesar de que la nación ha realizado verdaderos benefi cios de la inmigración, los que no se ven afectados directamente por los benefi cios no lo creen. La demagogia, dijo, “Por desgracia entra en oídos receptivos”.
Clinton hizo una observación similar la noche anterior frente al público televidente. Para la mañana siguiente, estaba animada con su aseveración y el intercambio entre las perspectivas domésticas y transnacionales.
En un momento de realce, como uno de los siete candidatos ávidos de atención, se había referido a la demagogia que contaminaba las aguas del debate sobre la inmigración.
Pero ahora parece que quería que su mensaje fuera un paso más adelante. Las mentes abiertas, sugirió, ven la conexión entre lo que ocurre en el extranjero vinculado con lo que ocurre aquí. Y el juicio sobre una política buena o mala depende del impacto que surte sobre las personas que están muy lejos así como las que están muy cerca.
[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].© 2007