viernes, abril 26, 2024
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Una tradición escrita en español

por José de la Isla

HOUSTON – En un momento en el que tanto de lo que tiene significación en cuanto a los hispanos se cree no tener precedentes, dos grupos latinos nacionales celebran hitos en el periodismo este año.

La serie de ejemplos sale de la historia del periodismo y conllevan a lo que usted lee hoy en día. La primera prensa del Nuevo Mundo lo instaló en 1539 el español Juan Pablos en la Ciudad de México. No fue sino hasta un siglo más tarde, en 1639, que José Glover llevó la primera prensa de Inglaterra a Cambridge, Massachusetts.

El primer periódico en español en los Estados Unidos, El Misisipi, comenzó a publicar en 1808, en Nueva Orleans. Este territorio se había adquirido de Francia 3sólo cinco años antes. El periódico estaba afiliado con la Louisiana Gazzette, así como muchos de los periódicos metropolitanos en inglés hoy publican ediciones aparte en español.

En 1813, William Shalter y José Álvarez y Dubios sacaron La Gaceta de Texas, en Natchitoches, a casi un cuarto de siglo antes que Texas se convirtiera en una república independiente.

Entre 1813 y 1937, existen en archivos 431 periódicos hispanos publicados en los Estados Unidos, casi todos en español.

Lo que abarcan estos órganos noticiosos va desde el nacimiento de la nación hasta vísperas de la segunda guerra mundial.

La mayoría apareció en California, Texas y otros estados del suroeste. No obstante, era también importante la prensa hispana en Nueva York, La Florida, Illinois, Missouri y Pennsylvania.

De forma considerable estas prensas circularon las noticias y dieron a conocer temas de importancia – el anexo de territorios, temas de asentamiento y ambientales, inquietudes laborales, guerras y conflictos, urbanización y pobreza. Varios tenían afiliación con sindicatos, organización de fe y causas, tomando partido en cuanto a políticas públicas. Diseminaban lo expresado por los trabajadores, creando una importante tradición de publicaciones.

Cada región estadounidense tiene su propia historia de publicación hispana, que ha dejado su marca distintiva en la historia de los estados.

A partir de estas empresas independientes surgieron dos organizaciones profesionales hace un cuarto de siglo. Ambas nacieron en el suroeste, donde convocaban sus congresos anuales en conjunto en los primeros años. Desde entonces han transferido sus sedes al área metropolitana de Washington, D.C., por lo que tantas de las decisiones que afectan a su membresía se toman allí.

La Asociación Nacional de Publicaciones Hispanas, hoy sirve a unos 150 dueños de periódicos en español y bilingües, cuyo alcance llega a 25 millones de lectores.

La Asociación Nacional de Periodistas Hispanos cuenta con unos 2.000 socios, quienes trabajan de editores, reporteros, fotógrafos, directores de noticias y en otros cargos, en los medios de televisión y radio y en la prensa escrita. Las dos asociaciones celebran su aniversario de 25 años de existencia.

Mientras que lo que cubren se intercala con lo que los medios en inglés reportan, hay una diferencia importante. Enfatizan lo que requieren saber sus comunidades latinas, y se expresan editorialmente de su parte.

Para realzar ese compromiso con la comunidad, la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos otorga el de octubre su Galardón de Liderazgo en un banquete de honor que se lleva a cabo anualmente en Washington, D.C. Este año galardonan a una colega de la sala de re4dacción de hace años, Maggie Rivas-Rodríguez, quien ahora ejerce de profesora de periodismo en la Universidad de Texas en Austin, y quien durante cinco años ha ido recopilando una crónica de las contribuciones del medio millón de latinos que sirvieron en las fuerzas armadas de los Estados Unidos durante la segunda guerra mundial.

Rivas-Rodríguez fue la primera en exponer el fracaso del productor de documentales para PBS, Ken Burns, al no incluir a siquiera una mención del papel que jugaron los latinos en esta guerra en su serie de 15 horas de duración. A continuación Rivas-Rodríguez fundó la campaña nacional, Defend the Honor, la cual obligó a Burns a dar marcha atrás y filmar segmentos en reconocimiento de los roles vitales que jugaron en la victoria de los Aliados los latinos y los indígenas norteamericanos, a quienes también había hecho caso omiso.

Mientras que la cobertura de los medios en inglés ha sido tristemente muy escasa y retrasada, los medios hispanos han estado siguiendo la noticia durante meses. Y el impacto que han surtido sobre PBS ha sido lo suficientemente fuerte como para hacer que Burns descienda de su pedestal público y haga algo que en un principio se negó a hacer, alegando que sería una violación de su integridad artística.

Apuntemos una nueva victoria para la vieja prensa hispana.

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