viernes, abril 26, 2024
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Una bomba apestosa le cae a la campaña presidencialun

­por José de la Isla

HOUSTON – Durante su presidencia, a Ronald Reagan se le conocía por ser olvidadizo y hasta quedarse dormido durante reuniones de su Gabinete.

Esa condición, al menos la parte de ser olvidadizo, parece ser común entre algunos candidatos republicanos en busca de la nominación a presidente de su partido.

¿Votará el público a favor de la falta de memoria cuando ellos mismos sí recuerdan? Y, ¿apoyará el público a candidatos presidenciales que a propósito se olvidan? ¿No es ésa una forma de decepción, o al menos una manera inmadura de evitar la realidad?

Esto es lo que ocurrió:

Durante el debate republicano auspiciado por CNN con la colaboración de You3Tube el mes pasado, Ernie Nardi, de Brooklyn, Nueva York, le preguntó a Rudy Giuliani si “¿sería cómplice en la huida de los enajenados ilegales?

Giuliani dejó claro que Nueva York no era una “ciudad santuaria”. Pero se hicieron algunas excepciones con motivo de dar educación y cuidados de emergencia a los niños.

Mitt Romney insertó que Nueva York de hecho era una ciudad santuaria. “No reportaron a todos los que encontraron que estaban aquí ilegalmente”, dijo.

Después añadió, como si le hablara a un inmigrante sin autorización, “No vamos a darte beneficios, más allá de los que la ley requiere, como los cuidados médicos y la educación, y es ése el curso que vamos a tener que ­seguir”. Precisamente lo que Giuliani acababa de aseverar.

Como réplica, Giuliani le acusó a Romney de una ofensa mucho peor. Como gobernador, Romney había permitido seis ciudades santuarias en Massachusetts. El gobernador, dijo Giuliani, hasta había vivido en una mansión santuaria. Un contratista de jardinería se alega había subcontratado a trabajadores inmigrantes ilegales.

Ahora, gente, al volver a narrar los detalles de aquella jornada, yo sólo quiero que mantengan los ojos pegados al juego de manos. Los verdaderos problemas subyacentes son el comercio global y el terrorismo, la búsqueda por todo la tierra a Osama bin Laden, guerras en dos países, y la enemistad de muchos ciudadanos del mundo, y el hallazgo del terrorista que usó ántrax cuando quiso asesinar a algunos de nuestros dirigentes en el Congreso y un locutor de noticias de la cadena de televisión NBC.

Es como si ahora los tres chiflados, Larry, Curley y Moe, quisieran ser presidente.

Moe, en este caso, es Tom Tancredo, uno de los principales dirigentes en el Congreso sobre temas anti-inmigrante, y de cumplimiento legal. Encabeza el comité de acción política (PAC por sus siglas en inglés) Team America, que preside Bay Buchanan, hermana de Pat, y que dona miles de dólares a candidatos con tendencias nativistas para que sigan progresando después que Tancredo se jubile el próximo año. Éstas son las tropas que continuarán transformando el léxico y “un camino a la legalización”. Sus campañas intentan asustar a la gente y hacer de la “amnistía” una fobia. En otras palabras, no quieren ninguna solución.

Para dar una idea de cómo funciona la hipocresía, allá por el 2001, un mes después del 11/9, Tancredo hizo precisamente lo que se le acusó a Romney haber permitido. Al hacer renovaciones en su casa en Littleton, Colorado, Tancredo contrató a un equipo de construcción, del cual al menos dos no eran residentes legales de los EE.UU, por ende, “enajenados criminales”, como le gusta llamarlos.

Según Max Blumenthal, el becado del Nation Institute y con Media Matters for America, Tancredo declaró en un discurso ante el Congreso en su propia defensa, “no es mi trabajo tener que pedirles” identifi cación.

Sin embargo, días antes, sí encontró que era su deber reportar al Servicio de Inmigración a un estudiante de honor de catorce años que salió retratado en un periódico de Denver, lo cual obligó a los padres del chico a ocultarse.

A este nivel se han rebajado las campañas por presidente – sin dar ninguna defi nición específi ca para la economía o el terrorismo, ni propuestas de políticas. De lo contrario, ofrecen cazas de brujas y acusaciones por hipócritas. O, en la voz popular, aplican el tema de cuña.

La “amnistía” es el término clave que se usa para identifi car a los que no son opositores acérrimos a la inmigración (y a los muchachos de 14 años, se supone), por ende rechazan “el camino a la legalización” como una solución. “Amnistía”, la palabra, es una bomba apestosa de la derecha.

Hay que incluir entre los anteriores republicanos “traidores” quienes sí encontraron soluciones y que lo hicieron con éxito a Ger­ald Ford por su amnistía en 1974 de los evasores del servicio militar en la guerra en Viet Nam. Y no olvidemos a Ronald Reagan, quien en 1986 con éxito legalizó a 2,7 millones de inmigrantes con su programa de amnistía.

Sin dar un revés en el pensamiento, este grupo de candidatos actuales podrían echar por la borda al partido republicano. Su obstinación, intransigencia, hipocresía y contorciones del idioma inglés han llevado a una distorsión de lo que son los logros republicanos en cuanto a la amnistía que realizaron hombres mejores que ellos.

[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]. © 2007

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