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¿Quién habla por los hispanos?

por José de la Isla

José de la IslaJosé de la Isla

HOUSTON – Dentro del corre-corre por asegurarse la credibilidad ante el cada vez más importante voto latino, los candidatos a la presidencia ya van cosechando respaldo político y formando comités de “asesoría” conformados por prominentes hispanos.

Entonces, ¿cómo se determina si un candidato está a tono más que otro? ¿Cómo se reconoce lo que es verdadero interés y lo que es enteramente egocéntrico?

Para todo esto, ¿quién determina la agenda de los latinos en los EE.UU?

El difunto columnista del Los Angeles Times, Frank del Olmo, en 1987 se quejó sobre los esfuerzos del entonces alcalde de San Antonio, Henry Cisneros, quien propusiera entablar una cumbre para prepara una agenda nacional para la campaña presidencial de 1988. Razonó del Olmo que sencillamente es imposible combinar los intereses políticos de los mexicano-americanos, cubanos, puertorriqueños y centroamericanos. Hizo referencia, incluso, a lo que él denominaba “el mito de un voto hispano”.

Hoy la lista se extendería más allá de lo étnico para incluir las regiones, grupos económicos, categorías educacionales, religión, ciudadanía, y género.

Lo que es claro ahora es que hoy no hay un mito sino una realidad en operación en cuanto a la importancia del voto latino.

No obstante, ¿qué es, precisamente, la perspectiva latina, cuando hay tantos “asuntos” por traer a la mesa? Con la posible excepción de la profunda tristeza ocasionada por la falta de acción de parte del Congreso sobre el tema de la inmigración, y (hasta el momento) la educación, los demás asuntos pueden sesgar de uno u otro lado.

Es cierto que del Olmo no erraba en oponerse a una mentalidad de una-talla-para todos, pero en 1988 50 dirigentes latinos, de la National Hispanic Leadership Conference, formularon una agenda.  La agenda ofrecía un panorama de 14 sectores de temas políticos. En 1992, se les ofreció a George H.W. Bush y a Bill Clinton una agenda bipartita similar.

Hasta los que siguen de cerca la política podrán sorprenderse al saber que este esfuerzo contemporáneo, si bien importante, no vino sin precedentes. En realidad, el primer esfuerzo ocurrió en 1939.

En su libro, próximo a salir, titulado “The Search for a Civic Voice: California Latino Politics”, Kenneth C. Burt documenta brillantemente el Primer Congreso Nacional de los Pueblos Mexicano- e Hispano-Americanos de los Estados Unidos (conocido como El Congreso). Los representantes al Congreso llegaron de Arizona, California, Colorado, Nuevo México, Montana y Nueva York.

Los valores que se expresaron en esa primera reunión, que tuvo lugar en Los Ángeles, siguen tan firmes hoy como entonces. Eduardo Quevedo, el entonces director, hablaba de promover la unidad dentro de la comunidad hispana con luchar contra la desigualdad. El movimiento formaría alianzas con otras organizaciones progresistas. Su agenda se dirigía a iniciativas a nivel de estado y acción a nivel federal. Tenía una perspectiva transnacional, mostrando que los presidentes Franklin D. Roosevelt y Lázaro Cárdenas compartían responsabilidades en temas de inmigración y progreso.

El Congreso representaba el ideal democrático en aquella época antes de la segunda guerra mundial, cuando algunos dirigentes importantes estatales y nacionales coqueteaban con el fascismo, mientras que otros razonaban sobre la Rusia stalinista.

Lo que más se aplica a nuestra situación hoy es que representaba la participación cívica – la extensión del derecho al voto eliminando las prácticas de discriminación, y haciendo esfuerzos de base para animar a votar.

No se realizó el movimiento nacional que se proyectaba en 1939.  No obstante, su espíritu ha perdurado durante siete décadas. Ahora, una nueva iniciativa – ya es hora – incluye la participación del Consejo Nacional de La Raza, la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Nombrados, el sindicato Service Employees International Union (SEIU) y la We Are America Alliance, ImpreMedia, Univisión, y trescientas organizaciones regionales y locales en 15 estados.

Es esta clase de acción la que hace prestar atención a los más adelantados de los candidatos a la presidencia. El Wall Street Journal concede que la movilización podría tener influencia sobre la agenda y el resultado de los comicios del 2008.

Por ende, ¿quién habla por los hispanos? Los electores lo hacen, claro. Y por lo visto los candidatos escuchan, pero sólo después que una agenda latina enclenque les da un golpe con músculo en las urnas. Y con cada elección, escuchan mejor.

[José de la Isla, autor de “The Rise of Hispanic Political Power” (Archer Books, 2003), redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com]. © 2007

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