jueves, abril 25, 2024
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La encrucijada psicológica de una vida infeliz

por Jon Rappoport
www.nomorefakenews.com

Hay un punto en que la vida se vuelve insatisfecha. Independientemente de las razones, una persona empieza a poner demasiado énfasis en: lo que ya existe, y lo que ella cree.
Eso puede sonar como algo raro.
No hay nada automáticamente malo en lo que existe o en lo que cree, pero el término clave aquí es “demasiado énfasis”.
Una persona hace un castillo y fortalece lo que esta fluyendo, enérgico y vivo.
Éste es uno de los factores injustos de la existencia, porque pareciera, bajo un examen superficial, que creer lo que es bueno, lo que está bien y es verdadero debe ser amarrado con las cuerdas más fuertes posibles. Debe ser permanentemente impreso en la mente, profundamente grabado.
Pero de pronto algo ocurre. Las creencias pierden su dinamismo. Se establecen. Se vuelven estrellas muertas.
A esas alturas, la persona puede hablar y actuar desde esas creencias, pero sus acciones y sus palabras asumen un tono mecánico. Se convierte en una sola moneda. La gente alrededor sabe cómo va a responder. Saben lo que va a decir.
Él mismo sabe lo que va a decir.
Su vida ahora parece una máquina.
De algún grado a otro, cualquiera puede caer en esta trampa. La sabia de la vida se vuelve amarga.
“Cualquier cosa que ya existe”, más que “lo que podría ser posiblemente” se vuelve el escenario central.
Y, otra ironía: lo que ya existe puede ser la posición más convincente del mundo, sin embargo, no devuelve dividendos psicológicos o espirituales.
¿Qué ocurrió? ¿Cómo fue que las cosas llegaron a esto?
El caso clásico, porque es muy visible, es el artista que termina repitiendo los mismos temas una y otra vez en su obra, cuya fuerza se va amortiguando al tiempo que se vuelve más “maduro”.
Pero podríamos estar hablando sobre cualquiera.
La persona termina por aburrirse de sí misma. Entonces, piensan que no tiene a dónde ir. Es el tiempo de la edad madura.
Esa edad madura puede llegar a los 30, a los 50, a los 70. No importa cuándo. La puerta parece cerrarse. Las paredes están permanentemente allí.
La sabiduría, la destreza intelectual, el éxito, la percepción, la fuerza parecen ya no importar. Ser correctos y estar bien en las cosas más importantes se lleva a cabo como los zapatos viejos.
Una persona puede pregonar sus propias creencias en los tejados, pero no tiene efecto, ningún efecto saludable en sí mismo.
La búsqueda de lo que es profundamente verdadero y de qué creencias son más importantes ha tenido éxito, pero el resultado es cenizas.
Lo que aquí estoy describiendo es el aspecto central de Matrix, un aspecto que la mayoría de la gente prefiere no considerar.
Ellos prefieren decir, “Nada está mal”, y simplemente subir la suma de decibeles en sus aserciones-demasiado-familiares, que ahora han tomado la coloración de slogans.
Y existen millones de los llamados profesionales que están listos para saltar a la palestra y analizar esta situación existencial como una colección de síntomas que hace referencia a un pseudo-desorden.
Sin embargo, hay una ayuda. Siempre la ha habido. Aguarda en el banquillo y, si el llamado llega, todo se transforma. La persona sumida en sus propios jugos estancados no tiene que cambiar nada conscientemente en cuanto a sus creencias. No debe tratar de manipular su mente o reorganizar su contenido.
Esta ayuda, que está esperando para ser llamada a la acción, no funciona sobre la base  de lo que ya existe. Nunca lo ha hecho. Es por ello que ha sido rechazada. No parece ser práctica.  No parece ser el taladro que puede hacer un agujero en la cerradura de la puerta y liberar al prisionero de su celda.
Esta ayuda no es “verdadera” o “buena” o “correcta”. No es “armónica” o “perfecta”.
Es océanica.
Es la imaginación.
Considerada como un mero juguete de los niños, una distracción, inútil apéndice de los adultos, una preocupación menor, es de hecho la facultad que sobrepasa lo que existe en cualquier dimensión.
No se basa en el pasado. No opera como un sistema. No hace cálculos en libros de cuentas. No es un modelo.
Es libre.
La imaginación despierta a la psique. Despierta las células del cuerpo. Inventa el espacio de un futuro abierto. Barre la cubierta limpia del mórbido aburrimiento. Resuelve los problemas de maneras imprevistas. Se mueve por delante de los problemas y crea nuevas avenidas a lo largo de las cuales se resuelven viejos conflictos.
La imaginación puede desplegarse para expresar creencias profundas y hacer que impacten el mundo. Hace que estas viejas creencias vuelvan a la vida. Desarrolla ingeniosas estrategias para seguir planes que dormían en la vid.
La imaginación cambia lo existente por algo mejor. Puede saltar de la realidad y construir futuros que rompen el consenso moribundo.
La imaginación despierta las habilidades más allá de los cinco sentidos y más allá de la conciencia estructurada.
Cuando la vida se vuelve agria, impasible y vieja, la imaginación inyecta el fuego de la juventud.
La imaginación dice: “Nunca es tarde”.
“Tarde” se convierte en una proposición defectuosa que estaba omitiendo la fuerza más poderosa en el individuo.
La imaginación reside en el individuo, no en el colectivo. Una vida y un mundo fundado en lo colectivo es en realidad una operación encubierta para inducir la amnesia sobre la imaginación.
El individuo puede elegir entre seguir adelante encarnando modelos del pasado, o dar un paso hacia un camino totalmente diferente.
El universo está esperando la imaginación para revolucionarse desde su centro.

(Jon Rappoport es autor de dos colecciones explosivas, The Matrix Revealed y Exit From The Matrix).

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