jueves, abril 25, 2024
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Democracia vs. República

NOTA DEL EDITOR:

Queridos lectores:

Una respuesta a una publicación política de Facebook sobre democracia y república provocó una pequeña discusión con otro amigo de FB, lo que me indicó que en muchas personas falta información sobre la diferencia entre los dos. Como creo que todos los ciudadanos deberían saber esto, fui y encontré el artículo a continuación, que espero sirva de luz para aquellos que carecen de información sobre la diferencia entre democracia y república. – Marvin Ramírez.

por autors desconocido

Hoy en día, mucha gente no tiene en claro los conceptos «Democracia» y «Republica» y a menudo los confunde.

El termino «Democracia», se refiere a una forma de gobierno. Nuestro país, adopto la Democracia Representativa, por medio de la cual, las autoridades son elegidas por el voto directo de los ciudadanos (art. 1 y 22 de la C.N.)

En cambio, una «Republica» es un sistema político, que se fundamenta en el imperio de la ley (Constitución) y en la igualdad de todos sus habitantes ante la ley (art. 15 y 16 de la C.N.)
En la democracia moderna juega un rol decisivo la llamada «regla de la mayoría», es decir, el derecho de la mayoría a que se adopte su posición cuando existen diversas propuestas.
Sin embargo esta posición nunca debe afectar los derechos fundamentales de las minorías o de los individuos.

Para que una verdadera democracia funcione, debe existir (por ejemplo): periodicidad en los cargos, publicidad de los actos de gobierno, responsabilidad de los políticos y de los funcionarios públicos, soberanía de la ley, respeto a las ideas opuestas, igualdad ante la ley, idoneidad como condición de acceso a los cargos públicos, etc.

Para que una verdadera republica funcione, debe existir real independencia y control entre los poderes que lo componen: El poder Ejecutivo (Presidente), El poder Legislativo (Diputados y Senadores) y el Poder Judicial (Corte Suprema de Justicia y demás tribunales inferiores).
Esta División de Poderes, surgió como una forma de proteger al ciudadano frente al Estado.
En la antigüedad, estos poderes eran monopolizados por la monarquía absolutista a la cual se le atribuía el abuso de poder en el trato con las personas (despotismo).

Surgen ahora algunas cuestiones inquietantes.

Un gobierno puede ser elegido democráticamente (por ganar legítimamente las elecciones), pero su ejercicio puede no serlo si, por ejemplo, no atiende las necesidades de la población.
Asimismo, puede pasar que un gobernante sea democrático en su origen y en su ejercicio, pero no republicano en su gestión si, por ejemplo, no asegura o desconoce la división de poderes.
En nuestra realidad cotidiana, hay sobradas pruebas para preocuparse sobre el camino critico que ha tomado nuestro país.

Estas son algunas de ellas: el Congreso de la Nación delega facultades al presidente cuando esto esta expresamente prohibido en la CN, el partido gobernante no respeta ni atiende las opiniones de la oposición, el poder ejecutivo no respeta los fallos judiciales y firma decretos estando en funciones las cámaras legislativas, se pagan subsidios y clientelismo con el aporte de los agónicos jubilados, se persiguen a los medios de comunicación y se atenta contra la libertad de expresión (del que piensa distinto al gobierno), se compran voluntades, se falsean los índices oficiales, se utiliza información confidencial y dinero publico con fines políticos, se aplican impuestos confiscatorios, etc., etc.

Es lamentable observar como se desprecian las instituciones y, a la vez, se advierte como la justicia no esta dispuesta a tomar intervención en estos temas mientras el Congreso de la Nación permanece indiferente.

¿Puede entonces un gobierno ser democrático y no republicano?
Tenemos ejemplos contemporáneos como Venezuela, Ecuador y Bolivia, donde los líderes populares que han llegado al poder mediante el apoyo de las mayorías en procesos democráticos, han acabado con el Estado de Derecho y han convertido al sistema judicial y a las fuerzas del orden en instrumentos de represión y persecución política.

Estrictamente, estos gobiernos no han dejado de ser democráticos. Después de todo, los atropellos que han cometido han tenido la aprobación tácita o explícita de la mayoría de sus respectivas poblaciones.

Es por ello, que siendo despóticos y antirrepublicanos se vanaglorian de ser democráticos. Y precisamente usan como argumento la democracia, en el sentido estricto de apoyo de las mayorías mediante las urnas, para acabar con la República.

Para que nuestro país no siga por ese camino, hay que «educar al soberano», o sea, al ciudadano.
La población debería comprender que la democracia no se extingue en el acto de elección de una mayoría, sino que se debe practicar día a día respetando a las instituciones y a todos los sectores del pueblo, evitando que mayorías circunstanciales cometan abusos contra las minorías.

Es precisamente para evitar estos males, que se creo la Republica y la División de Poderes.
Actualmente el desconocimiento es tal, que la gente no sabe que los Diputados y Senadores Nacionales representan los intereses del pueblo de las provincias que los eligió (art. 45 y 54 de la CN). Una inmensa mayoría cree que la función de los estos delegados es la de defender u oponerse al gobierno, levantando la mano y obedeciendo ciegamente al jefe de bloque.

Es la República la que da el marco para que la democracia funcione realmente y es la división de poderes lo que habilita para que los derechos y garantías de los ciudadanos sean respetados. Es de esta forma en que la Democracia puede actuar correctamente.

Hoy en día, parece que no existe en la práctica otro poder que el ejecutivo gobernando a voluntad por decreto, y que la República es un simple eufemismo que únicamente sirve para justificar los excesos del gobierno de turno.

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